La Infanta Elena, en la boda de su primo Philippos de Grecia
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Lo que en Elena se temió, en Letizia se perdonó
Por qué la Infanta Elena no pudo separarse como todo el mundo
¿Y si el matrimonio va mal, qué se hace? «Tener una infinita paciencia». Cuando la Infanta Elena respondía así a una pregunta de su profesora Marita en el colegio Santa María del Camino, aún no había conocido a Jaime de Marichalar y creía en la indisolubilidad del matrimonio.
Cuando en 1995, en una Sevilla abarrotada, Elena de Borbón, la primera Infanta española que se casaba después de haber vivido la Monarquía años convulsos, lo hacía firmemente convencida en que sería para toda la vida. Los dos contrayentes eran y son católicos practicantes.
Justo hoy domingo pero de hace quince años, era un gafe martes 13 de 2007, la Casa Real española enviaba un comunicado a través de la agencia EFE anunciando «el cese temporal de la convivencia de los duques de Lugo». Era 2007, Froilán tenía nueve años y Victoria Federica, siete. Ambos abandonaron el domicilio familiar con la madre y se instalaron provisionalmente en un chalecito que les dejaron en la colonia de Fuente del Berro en Madrid.
Los duques de Lugo el día de su boda saludando desde el coche de caballos
El piso familiar era propiedad de Jaime de Marichalar y de allí salieron, para no volver nunca más, los enseres de la Infanta con rumbo a su nueva vida de soltera, condición que ha mantenido hasta la fecha. Los problemas de pareja habían comenzado mucho antes. A los seis años de la boda comenzaron los rumores de desavenencias. De hecho, cuando la Infanta Elena pierde el tercer bebé que esperaban, su marido no estaba con ella, pero sí su fiel Carlos García Revenga, el mismo que se encargó de escribir el original comunicado de separación.
Redactarlo no fue fácil todas las palabras estaban muy medidas. No querían dar la noticia en toda su crudeza y el texto dejaba una ventana abierta a la reconciliación para evitar la hiperventilación en algunos monárquicos de toda la vida. Se decidió que fuera un paso de cebra hasta que pudiera comunicarse la realidad. Esa llegaría tres años más tarde, en enero de 2010, cuando se consuma el divorcio. Y, por tanto, Jaime deja de ser duque de Lugo consorte, sale de la Familia Real y pasa a la militancia de base.
Anunciaron el cese temporal de la convivencia el 13 de noviembre de 2007
Todos sabían que era inviable, aunque ella se hubiese casado convencida de que sería hasta que la muerte les separase. No pudo ser. Y ahí comenzó a caer el castillo de naipes.
Después de doce años de matrimonio y dos hijos pequeños en común, Felipe Juan Froilán y Victoria Federica se consumaba una disolución matrimonial en una familia que, hasta la fecha, había preferido hacer vidas separadas y aguantar que dar el paso de formalizar la disolución, aunque los hijos mayores del Rey Alfonso XIII que vivían en el exilio, estuvieran fuera de esa costumbre no escrita. Tan solo pasaron cuatro años para que lo que parecía en la Infanta Elena un problema, se pasara por alto en el Príncipe Felipe, cuando se aceptó su matrimonio con una mujer divorciada.
Quince años se cumplen hoy de aquel temido cese de la convivencia que fue el primero y el que abrió un mundo nuevo a la Familia y a todo lo que ha llegado después.
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