La Reina Sofía y su hermana, la Princesa Irene
El refugio de la Reina Sofía tras la muerte de su hermano Constantino
La madre del Rey Felipe permanece en su tierra natal visitando puntos simbólicos que evocan sus momentos familiares más felices
El rostro de la Reina Sofía durante el funeral de su hermano Constantino lo decía todo. Acostumbrados a ver a una mujer imperturbable y de semblante serio, no lograba contener las lágrimas durante la misa en el catedral Metropolitana de Atenas y, posteriormente, en el cementerio del Palacio de Tatoi.
La madre del Rey Felipe VI ha decidido permanecer unos días más en su tierra natal para arropar a su familia en estos momentos tan delicados. Doña Sofía y su hermana, la Princesa Irene, decidieron rendir un homenaje más a su difunto hermano. Acudieron al prestigioso restaurante Athens Club, un club privado fundado en 1875 del que Constantino ha sido presidente honorario y que siempre les brindó momentos de júbilo. Junto a ellas, se encontraban también la Reina Ana María y sus hijos Pablo de Grecia, junto a su esposa Marie-Chantal, y su hija Olympia, así como Alexia, Philippos, Nicolás y Teodora.
Pablo y Marie Chantal de Grecia, con su hija Olympia
La familia continúa de luto riguroso. Este jueves, se desplazaron a la capilla del cementerio de Tatoi para asistir a una misa con motivo del fin del novenario, que se realiza al noveno día de la defunción.
De momento, se desconoce cuándo regresarán la Reina Sofía y su hermana a Madrid, para volver a instalarse en la Zarzuela. Respecto a Pablo y Marie Chantal de Grecia, quienes viven en Nueva York, se ha comentado que buscaban una vivienda en Atenas. La mudanza no sería definitiva, la idea es pasar algunas temporadas en Grecia.
La relación de la Reina Sofía con sus hermanos siempre ha sido muy estrecha. La Princesa Irene la acompaña en muchos de los actos oficiales a los que acude tanto en Madrid como en Palma. El Rey Constantino siempre ejerció de gran apoyo y consejero de Doña Sofía, a pesar de la distancia física. Durante los últimos años, la Reina estuvo preocupada y pendiente, en todo momento, de la frágil salud de su hermano.
Sus constantes ingresos y revisiones médicas llevaron a Constantino y su mujer Ana María de Dinamarca y Grecia a tomar la decisión de vender su residencia de Porto Heli, el municipio costero en el que vivían desde 2012, a un magnate búlgaro. Una fabulosa mansión de 12 habitaciones, decoradas con azulejos hechos a mano y comprados en Marruecos. Ellos se instalaron en Atenas, donde su día a día les resultaba más sencillo. Tras largas décadas en el exilio, Constantino cumplió el sueño de morir en su patria.
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