En la primavera de 1923, el comandante ruso Krylenko ejerció como fiscal en los «Juicios Farsa» contra la jerarquía de la Iglesia católica. Los acusados incluían al arzobispo Jan Cieplak, a monseñor Konstanty Budkiewicz y al beato Leonid Fiódorov. Este tipo de juicios fraudulentos servían para condenar a ciertas personas que resultaban molestas para el poder establecido.
El Debate informaba en primera plana de este suceso: «Monseñor Cieplak, arzobispo católico de Petrogrado, y monseñor Budkiewiez, se asegura que han sido condenados a muerte por el tribunal revolucionario y que los demás sacerdotes católicos procesados con ellos han sido condenados a penas que van de tres años de prisión». Según explicaron otros diarios de la época, el comandante ruso se dispuso rápidamente a «atacar a la religión en general y a la Iglesia católica en particular» y dirigiéndose al acusado expresó: «Ni el Papa ni el Vaticano pueden salvarle ahora».
También se detalló que en su discurso, Krylenko arremetió contra todas las religiones: «Yo escupo sobre su religión, como lo hago sobre todas las religiones», gritó en un momento. «No hay más ley aquí que la ley soviética y por esa ley usted debe morir», sentenció.
Fue condenado a muerte por «incitación a la rebelión mediante la superstición». Cuando la noticia sale al mundo, se realizaron manifestaciones en Estados Unidos y Europa para intentar salvar a los condenados; también se enviaron misivas diplomáticas para persuadir al gobierno soviético.
Bajo la presión de la opinión pública mundial y tras una advertencia del Gobierno polaco, la condena fue conmutada por diez años de prisión. En 1924 fue expulsado de la URSS y viajó a Polonia vía Riga el 12 de abril de 1924.