Javier Santamarta del Pozo
Entrevista escritor y divulgador histórico
Javier Santamarta: «Es sorprendente que España busque referentes femeninos fuera de nuestras fronteras»
El autor de Siempre estuvieron ellas, dedicado a las mujeres de la historia, subraya que en «la divulgación española siempre se han centrado más en personajes foráneos como Leonor de Aquitania o Christine de Pizan, dejando de lado figuras propias»
Javier Santamarta del Pozo, es un escritor madrileño y colaborador habitual en varios programas de radio y de televisión como esRadio o ABC, donde tiene su propio blog llamado Notas del Espía Mayor. Ha trabajado durante años en Ayuda Humanitaria en distintos conflictos y desde el 2004 es profesor de la Escuela de Guerra y colaborador del Ministerio de Defensa, y actualmente lo es de Política Exterior de España en la UNIE, del Grupo Planeta.
Pero Santamarta es, ante todo, uno de los divulgadores históricos más reconocidos de los últimos años, con una actividad frenética que incluye varios libros sobre diferentes temas, entre los que está Siempre estuvieron ellas, dedicado a las mujeres en la Historia. En el Día Internacional de la Mujer, conversamos con el escritor sobre personajes femeninos que cambiaron la historia, cómo vivían las mujeres en otros periodos y la realidad históricos de la mujer en tiempos pasados.
Portada del libro Siempre estuvieron ellas de Javier Santamarta
–¿La historia es machista?
–La historia es «hombrista», por así decir. Ha destacado a los protagonistas masculinos de manera en que, por ejemplo, los hechos de armas parecían el único motor de la historia. Y en ellos parece que la mujer no era importante. Lo que tampoco es cierto, pues podemos encontrarnos con hechos tan interesantes y curiosos como las mujeres que defendieron Palencia del asedio inglés, venciendo al Duque de Lancáster. O las muchas que estuvieron con Cortés en México o las bravas de la Francesada de 1808, donde hasta se constituye la Compañía Santa Bárbara en el sitio de Gerona. Desgraciadamente, muchos hombres han sido los que han optado por minusvalorar el papel de la mujer en la historia en tantísimos campos.
–«El protagonista de la historia siempre ha sido el hombre», es un pensamiento extendido ¿Es eso cierto? ¿O siempre estuvieron ellas?
–Podría validar la frase si con hombre lo que hiciéramos es hablar de humanidad en un neutro que, en este caso, resultaría en cualquier caso injusto. Pues muchas mujeres tuvieron un rol activo o de influencia que no podemos despreciar. Incluso el papel de madre o de esposa pudiera parecer algo intrascendente, pero no fue así en el caso de reinas como Berenguela de Castilla o María de Molina. Sus decisiones sin duda condicionarían en devenir de la historia española.
–¿Las mujeres han tenido voz propia en la historia?
–A las mujeres como tal creo que las hemos tenido olvidadas, y es muy posible que eso sea como consecuencia de una visión decimonónica de la historia. Con visiones épicas y nacionalistas, con relatos heroicos donde la mujer aparecía victimizada o sin valor. Muchas mujeres han querido que eso no fuera así, y en algunas épocas marcaron el rumbo de la historia, aunque luego esta cambiara. Mujeres como Isabel I de Castilla y su desconocida «Casa de la Reina», promovieron el acceso a la cultura y la educación, de manera en que podemos encontrarnos todo un elenco de increíbles mujeres que en su época misma tuvieron reconocimiento.
–¿Qué roles ha jugado la mujer a lo largo de la historia?
–Es evidente que el de madre es el primero y no hay que tomarlo como algo a menospreciar, ya que la legitimidad que otorga el linaje viene de la madre. Por eso la importancia que tiene y que puede llevar hasta a guerras civiles, como la castellana, que enfrentaría nada menos que a dos Princesas de Asturias por el trono. Pero la mujer ha sido reina, gobernadora, santa, escritora, pensadora, creadora y prostituta. Todo lo pudo ser, y muchas lo fueron a despecho que el rol principal impuesto. Y nos encontramos con María de Zayas y Ana de Caro, dos mujeres solteras y escritoras del Siglo de Oro. A Isabel Barreto, la primera mujer almirante de la historia. O una escultora como La Roldana, las primeras doctoras en medicina, o corresponsales de guerra como Sofía Casanova o Carmen de Burgos.
–¿Qué figuras históricas femeninas cree que han marcado el devenir de la historia?
–Sobre todo yo me he centrado en estudiar las mujeres de España, pues me parecía sorprendente que, para un país tan matriarcal como lo es, a la hora de buscar referentes femeninos tengamos que buscarlos fuera de nuestras fronteras. Somos herederos de una tradición en donde las mujeres han gobernado o tenido una importancia relevante. Desde Urraca de León, a Isabel Clara Eugenia. Por cierto, tal vez podamos referirnos a la corte de Felipe II como una donde la mujer estuvo más que presente y de manera más representativa.
–¿Los historiadores/divulgadores se han olvidado del papel de la mujer en la historia?
–Pues es posible. Al menos en la divulgación española, donde siempre se han centrado más en personajes foráneos como Leonor de Aquitania o Christine de Pizan, dejando de lado figuras propias. Incluso en todo lo que supuso la conquista americana, se ha dejado de lado el papel de muchas protagonistas durante siglos. Una pena, la verdad.
–¿Son los derechos de la mujer algo nuevo del siglo XX y XXI o ya existían leyes y normas previas en diferentes momentos de la historia?
–Han existido y podemos encontrarlos en corpus como Las Partidas de Alfonso X, donde el desdoblamiento gramatical de género ya se realizaba. Y donde se trataban temas como la violación. Si nos vamos a la época de la Ilustración, nos podemos encontrar con la obra de Josefa Amar y Borbón y su Defensa de las mujeres, con relación al derecho a la educación femenina, siendo considerada para muchos la primera obra feminista española.
–Esta narrativa que nos ha contado sobre la mujer en la historia ¿Por qué se desconoce tanto si se supone que ahora hay más políticas feministas de carácter cultural y social?
–Supongo que por querer dar una visión, por un lado, muy victimista, centrándose más en las carencias que en los logros. En un país tan eminentemente matriarcal, pese a todo, como es España, donde la mujer casada guarda sus apellidos propios se case o no (cosa que apenas es parangonable en Occidente), me parece injusto pues la mujer en España ha sido pionera en muchos campos y, con relación a logros políticos y sociales, absolutamente en la línea de países de nuestro entorno, o incluso mucho antes, como el voto, con relación a Francia o Italia, por ejemplo. El adanismo (tendríamos que hablar de «evismo» del Rad-Fem) no hace sino plantear escenarios de enfrentamiento en vez de valorar los hechos del pasado, y centrarse en los auténticos problemas que acucian a la mujer. En mi opinión el más importante, el de la conciliación familiar y laboral, que es lo que crea la brecha salarial, e impide el desarrollo personal de las mujeres. Pero esto ya es política, y no historia…