Ni fallos mecánicos ni explosiones. El Boeing 737-800, de la compañía China Eastern Airlines, que se estrelló en China en marzo con 132 personas a bordo, se precipitó por voluntad de alguien que controlaba los mandos en la cabina.
«El avión hizo lo que alguien en la cabina quiso que hiciera», señaló al Wall Street Journal uno de los participantes en la investigación, que no ha revelado su nombre.
Los informes estadounidenses de la evaluación preliminar del accidente, que se produjo cuando el avión volaba entre las ciudades de Kunming y Guangzhou y del que no hubo supervivientes, concluyen que el accidente se produjo de forma intencional desde dentro del avión.
El análisis de las cajas negras del aparato, recuperadas en el lugar del accidente, muestran que la manipulación de los controles del avión lo llevaron a una caída casi en vertical desde una altitud de 8.870 metros.
El avión se estrelló en una zona montañosa tras un vertiginoso descenso que llevó a caer más de 6.000 metros en un minuto.
El avión pareció tratar de recuperar la estabilidad antes de volver a precipitarse otros 983 metros e impactar.
Los resultados del informe contrastan con las declaraciones de los responsables de la aerolínea a Wall Street Journal, donde niegan que existan indicios de que alguno de los pilotos hiciera estrellar la aeronave porque padeciera problemas de salud, familiares o financieros, como se sugirió.
La aerolínea se mostró muy crítica con esas teorías y advirtió que «toda especulación no oficial podría interferir en la investigación del accidente».
En cualquier caso, las investigaciones todavía no se han cerrado y siguen su curso. Los investigadores estadounidenses aún no han planteado una hipótesis definitiva.
No descartan la acción de alguno de los pilotos, pero tampoco que alguien ajeno a la tripulación haya irrumpido en la cabina de mandos.
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