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29 de marzo de 2024

Programa 60 minutos

Programa ruso, 60 minutos

84 días de guerra

La televisión pública rusa pasa del belicismo a rebajar las expectativas en la guerra de Ucrania

Un militar ruso retirado reconoce en un programa en 'prime time' que la situación «empeorará» y que se encuentran «aislados internacionalmente»

La desinformación y la propaganda han jugado un papel determinante desde que empezara la invasión rusa de Ucrania, el pasado mes de febrero. Ambas partes han jugado con el relato para, en el caso ruso, justificar el despliegue de tropas en el país vecino, y en el caso de Ucrania, aumentar la moral a sus combatientes ante un enemigo superior, tanto en número como en armamento.
Desde el inicio de la llamada «operación militar especial», Rusia emite un programa en prime time donde se debate el devenir de la ofensiva en Ucrania. Este espacio se ha caracterizado por su tono belicista donde se ha llegado a amenazar con destruir las grandes capitales europeas. «Berlín, 106 segundos, París, 200 segundos, Londres, 202 segundos», indicaba un rotulado en el programa 60 minutos, emitido en la televisión estatal Rossiya 24 mientras un tertuliano afirmaba que atacar Reino Unido significaría que «nadie sobreviviría».
Estas afirmaciones contrastan con las últimas declaraciones que ha emitido en este mismo programa un coronel ruso retirado, que reconoce que la situación para Rusia «empeorará» y que se encuentran «aislados internacionalmente». «Esta situación no es normal», añade. Además, admite que el apoyo de la India y China a su país no es «incondicional», ahondando en esa posición de aislamiento. El viraje del estado de euforia inicial a una visión más pesimista, en uno de los programas que copan el prime time ruso, coincide con un estancamiento en el frente ucraniano.
La guerra de Ucrania ya se vaticina como un conflicto que se postergará en el tiempo, ninguno de los dos bandos parece estar dispuesto a sentarse en la mesa de negociación para llegar a un acuerdo de alto el fuego. Tanto Rusia como Ucrania son conscientes de que no se encuentran en una posición de superioridad como para imponer sus condiciones. En este contexto, la opinión pública rusa parece estar rebajando el tono belicista, representado a la perfección en el programa 60 minutos, donde se llegó a proponer la «reeducación o la esterilización», así como el «internamiento en campos de concentración» para todos los opositores de la letra 'Z', símbolo que identifica a las tropas rusas en Ucrania.
No sólo la televisión rusa se ha moderado en sus opiniones, desde el Kremlin también parece que se ha optado por rebajar el tono en sus declaraciones sobre Occidente. El pasado mes de febrero, el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, amenazó con «consecuencias militares» si Finlandia y Suecia entraban en la OTAN. Visto el poco efecto que ha surtido esta advertencia, Moscú ha decidido quitar importancia a la petición de adhesión de los países nórdicos a la Alianza Atlántica.
El presidente ruso, Vladimir Putin, ha revelado que este hecho no representa «una amenaza directa» para Rusia, pero matiza que «la expansión de infraestructura militar hacia estos territorios por supuesto va a generar ciertamente una reacción como respuesta». De hecho, la expansión de la OTAN fue uno de los principales argumentos esgrimidos por Putin para lanzar la ofensiva contra Ucrania.
Una de las demandas que Moscú hizo a la Alianza, antes de lanzar su «operación militar», fue que la organización se comprometiera a no desplegar armamento militar en aquellos países que se habían adherido a la organización después de 1997, entre los que se encuentran varias exrepúblicas soviéticas. Finalmente, ni la OTAN –con Estados Unidos a la cabeza– ni Rusia pudieron llegar a un acuerdo que delimitara un nuevo «marco de seguridad europea» que convenciera a ambas partes, lo que desencadenó la invasión rusa de Ucrania que ya cumple 84 días.
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