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20 de abril de 2024

Residentes ucranianos ayudan a un médico forense a cavar una trinchera en Ucrania

Ucranianos ayudan a un médico forense a cavar una trincheraAFP

Miedo a una guerra sin fin y furia en las trincheras ucranianas

Tres miembros del Ejército ucraniano relatan sus experiencias desde la trinchera

Un soldado ucraniano jadeante, aferrado a su Kalashnikov y con miedo en los ojos, no se movió ni un paso durante cinco horas en su zanja a la orilla de la carretera.
Un tanque ruso oculto en el horizonte disparaba sin parar hacia el punto donde Andriy, de 55 años, yacía tendido en la tierra.
Su cuello bronceado estaba cubierto de sudor y su boca, demasiado seca para pronunciar más que un susurro.
Pero su corazón estaba tan acelerado que apenas podía respirar en el frente oriental ucraniano.
«¿Quién detendrá esta guerra?», imploró tras oírse el silbido de otro proyectil disparado por las fuerzas rusas, tres meses después de iniciar su invasión a Ucrania.
El estallido disparó al aire una columna de tierra, al otro lado de la carretera desde donde estaba atrincherado el soldado.
Otros más siguieron, a un ritmo constante, a pocos metros de su cabeza.
Andriy no tiene idea de adónde se fueron los otros hombres de su unidad, ni de la cercanía de los rusos a su zanja.
«Nuestra gente dejó de responder tras los disparos», susurró tras observar la carretera.
«No queremos provocarlos porque de lo contrario comienzan a dispararnos con más fuerza», agregó el soldado.

Línea cortada

Los proyectiles que pasaban sobre la cabeza de Andriy podrían quebrar la desesperada defensa ucraniana en una zona extensa del frente oriental.
Andriy descubrió que los tanques rusos se habían acercado lo suficiente para cortar la línea de suministro.
Las armas rusas ocultas en las colinas disparaban a cada vehículo que pasaba por la carretera, y había carcasas de automóviles esparcidas a lo largo de su recorrido.
Algunas decenas de soldados ucranianos rezumaban energía nerviosa al sur de la carretera, mientras se preparaban para la peligrosa misión de contener el avance ruso.
«He perdido muchos amigos», declaró un soldado que se identificó como Gere antes subir a un vehículo blindado y dirigirse a la línea de combate.
«Quiero vengar sus muertes», expresó el joven de 23 años.

Inmovilizado

La sargenta Galyna Syzonenko sabe lo que es estar inmovilizada en una trinchera.
La médica militar cargaba un walkie-talkie y escuchaba los estallidos en una colina que los rusos han intentado tomar la última semana.
En el primer respiro, la llamarían para que corriera a su furgoneta a sacar a los heridos, con muchas posibilidades de quedar atrapada allí por días.
«Es increíblemente terrorífico», comentó sobre la guerra en las trincheras.
«Hay momentos en que no te puedes mover durante horas. Ni siquiera te atreves a mirar arriba», contó.
«Llevo mi miedo como una medalla de honor», sostuvo la sargento de 50 años. «Solo los tontos no sufren miedo en una situación como esta».

Miedo y adrenalina

El capitán Oleg Marchenko parecía estar buscando las palabras para expresar sus pensamientos, en medio del fuego intenso.
El hombre de 28 años miró a la sargenta y sonrió.
«Ella se sienta en la trinchera y se preocupa por salvar a los demás», comentó Marchenko.
«Un tanque recibe las coordenadas y bombardea continuamente el sitio. Puede disparar 1.000 proyectiles por día», comentó con la mirada distante. «Si te mueves un paso, mueres».
Marchenko y Syzonenko se alejaron de la carretera para dejar pasar un camión con un vehículo blindado.
«Mientras tengas una trinchera o una zanja, podrás salvar tu vida», aseguró el capitán. «Y tendido allí, sientes miedo y adrenalina».
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