Mientras las fuerzas de Rusia cercaban la ciudad de Severodonetsk, el miedo crecía, alimentado por un temor particular: ¿podrían los bombardeos, constantes e interminables, reducirla a cenizas como Mariúpol?
El Kremlin golpea Severodonetsk para cerrar aún más el puño alrededor de la región de Lugansk, mitad norteña del Donbás. Es allí donde, según el presidente Volodimir Zelenski, Rusia concentra todos sus ataques.
«Están masacrando a la gente, y destrozando toda la vida», denunció Zelenski cuando la guerra cumplió 90 días. Recuerda lo sucedido en Mariúpol, enclave portuario de crucial importancia en el Donbás: tras tres meses de asedio, las fuerzas enemigas convirtieron en ruinas la que antaño fue una próspera ciudad.
Y ahora, una vez destruida Mariúpol, Rusia ha puesto Severodonetsk en su punto de mira.
Moscú, que no hace nada en balde, ha colocado miles de soldados en Severodonetsk y Lisichansk. Las ciudades, gemelas, están montadas sobre el río Síverski Donets, y son el último bastión de la defensa ucraniana en la región de Lugansk.
Hacerse con la provincia podría otorgar al presidente Vladimir Putin la oportunidad perfecta para declarar una victoria que, si bien difiere de su objetivo inicial al invadir Ucrania, bastaría para satisfacer a su pueblo y salvar su imagen.
Las tropas rusas ya están cerca de asediar del todo la ciudad, y se han hecho hasta con las carreteras que la rodean. Han cortado los suministros de comida y electricidad.
En una entrevista con el medio de noticias local Ukrayinska Pravda, el comandante de batallón ucraniano Petro Kuzyk dejó clara cuál sería la estrategia rusa en Severodonetsk: «La quieren borrar de la faz de la tierra con una lluvia constante de artillería».
«Martillean nuestras posiciones con artillería, y su infantería avanza en tanques», explicó el militar.
Con miles de residentes supuestamente atrapados y bajo ataques implacables, Severodonetsk ha sido comparada con la ciudad de Mariúpol, en el sur de Donbás, que fue arrasada por las fuerzas rusas.
«Los rusos están destruyendo Severodonetsk, como Mariúpol», afirmó el gobernador local, Serguei Haidai.
Corresponsales de la cadena de noticias británica Sky News pudieron comprobar cómo «aumentaba la desesperación mientras se acababan los suministros de agua y comida».
Vieron también «el miedo de la gente más anciana cuando tenían que correr a refugiarse de la constante lluvia de misiles. Y también su humillación, por vivir entre la mugre en los túneles y refugios subterráneos».
Los civiles atrapados en Severodonetsk permanecen la mayor parte del tiempo escondidos en el subsuelo, o refugiados en sus sótanos.
Solo salen a la superficie para cocinar, frenéticamente, en pequeñas hogueras en el exterior, o para buscar agua. El riesgo a ser bombardeados es constante.
«Llegados a este punto, no puedo decir: salid, evacuad. Ahora diré: quedaos y buscad refugio», fue la escalofriante advertencia de Sergiy Hadai, a través de su canal de Telegram a principios de esta semana.
Señaló que ya era demasiado tarde para evacuar a los miles de civiles que se esconden de los bombardeos en la ciudad asediada de Severodonetsk.
Se estima que hay más de 15.000 residentes escondidos en los distintos refugios de la ciudad. Pero, incluso protegidos de los ataques, su situación es precaria, ya que las fuerzas rusas buscan cortar las líneas de suministros de comida y electricidad desde el resto de Ucrania.
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