
El presidente ruso, Vladimir Putin, y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en la cumbre del G20 en 2019
Trump y Putin, momentos cumbre de una relación tormentosa
Donald Trump y Vladimir Putin se parecen más entre ellos de lo que a ninguno de los dos les gustaría reconocer. El republicano siempre ha mostrado fascinación por figuras fuertes y autoritarias, desde el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, pasando por el norcoreano Kim Jong-un y, por supuesto, el propio Putin.
Trump ha roto con la tradición diplomática de Estados Unidos y ha denostado a los mandatarios que considera débiles, en su opinión la mayoría de los líderes europeos, y ha preferido medirse con los grandes autócratas. El ruso, que analiza como nadie los perfiles de sus rivales —como buen ex espía del KGB—, supo camelarse desde el primer momento al estadounidense. Le regaló los oídos, destacó su gran gestión al frente de la mayor potencia mundial y le ofreció un respeto que no concedió a otros presidentes como Barack Obama y posteriormente Joe Biden.
Rusia y Estados Unidos han abierto este miércoles un nuevo capítulo en su relación, congelada desde la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022. Trump cogió el toro por los cuernos y, como ya había anunciado en campaña electoral, descolgó el teléfono para hablar él mismo con Putin, sin terceros de por medio. El ruso recibió la decisión de muy buen grado, y describió la conversación como «muy importante».
El siguiente paso, como ya anunciaron, será un encuentro cara a cara. El presidente ruso quiso jugar en casa e invitó a Trump a Moscú, pero, el republicano se adelantó al anunciar que esa primera reunión tendrá lugar, posiblemente, en Arabia Saudí, país neutral. Trump y Putin repetirán la hazaña de 2018, cuando se reunieron en Helsinki.
Seis años después, ambos mandatarios quieren interpretar el mismo papel, aunque el panorama ha cambiado de manera radical. Sin ir más lejos, Finlandia —que acogió en aquel momento la cumbre— ya no es un país neutral y, es que, ante la amenaza rusa, decidió unirse a la OTAN, haciendo realidad una de las peores pesadillas de Putin. La frontera rusa con los países que integran la Alianza Atlántica se duplicó de un día para otro, sumando más de 1.300 kilómetros de linde.
En 2018, en Helsinki, Trump y Putin mostraron una clara sintonía. De hecho, durante aquella reunión, el estadounidense defendió la versión del Kremlin de que en ningún momento los rusos habían interferido en las elecciones norteamericanas de 2016 y que el republicano había ganado limpiamente frente a la candidata demócrata, Hillary Clinton.
Putin, como también hizo en esta campaña electoral, se manifestó a favor de Trump para ocupar la Casa Blanca. Ambos líderes se han profesado gran cantidad de halagos a lo largo de los años. El estadounidense se ha referido a su homólogo ruso como un «hombre fuerte» e «inteligente», y Putin ha respondido diciendo que el republicano se comporta como «un hombre de verdad».
Sin embargo, esas similitudes como pueden ser su ambición y sus ansias expansionistas —el estadounidense con la vista puesta en el Canal de Panamá o Groenlandia y el ruso en Ucrania— a veces se han convertido en el detonante de sus desencuentros. Trump llegó a criticar abiertamente la actitud de Putin y tildó de «ridícula» la invasión rusa de Ucrania. «[Putin] No puede estar contento, no le está yendo muy bien», llegó a decir a los periodistas el mismo día que juró su cargo, el pasado 20 de enero.
De hecho, el presidente estadounidense amenazó con imponer más sanciones a Rusia si no aceptaba negociar una salida al conflicto que asola el corazón europeo desde hace casi tres años. En algo en lo que los dos sí parecen estar de acuerdo sobre esta guerra es que no hubiera ocurrido si Trump hubiese ganado las elecciones de 2020.
Putin y Trump se admiran, se respetan y se temen al mismo tiempo. Al ruso no se le ocurriría jugar con el estadounidense, como sí hizo con la canciller Angela Merkel en 2007, durante un encuentro en Rusia, cuando soltó a su perro —labrador negro—, Koni, por la sala, a sabiendas de que la alemana tiene miedo a los perros.
Putin sabe jugar, Trump también y a ambos les encantan los retos. Ucrania, y Volodimir Zelenski, parecen haberse convertido en meros espectadores de una partida que ya tiene otro jugador.