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Recientemente la Unión Europea confirmó los términos de aplicación de la nueva normativa anticontaminación Euro 7. En este caso podemos decir que las emisiones contaminantes pasan a ser secundarias, y el lobby ecologista de Bruselas pone en su punto de mira a los neumáticos y las pastillas de freno como grandes protagonistas.
Es necesario leer entre líneas para valorar el mensaje real que manda Bruselas. Por un lado hay que tener en cuenta que una vez confirmada la prohibición a su venta en 2035 los motores de combustión han dejado de ser los grandes enemigos de Bruselas.
Por otro ahora los coches eléctricos son los que van a tener que pasar por el aro, pues tanto las pastillas como los neumáticos perjudican fundamentalmente a los coches movidos por electricidad.
La UE convierte a estos dos componentes, presentes en todos los automóviles, en los protagonistas absolutos de las emisiones de miles de toneladas anuales de micro partículas de plástico que acaban en nuestros pulmones e incluso llegan a nuestro torrente sanguíneo.
Se trata de partículas potencialmente cancerígenas que se producen por el propio desgaste de estos componentes, hay que recordar que los coches eléctricos son grandes consumidores de neumáticos por su elevada cifra de par y potencia.
Se trata de unas medidas que la UE evalúan en no mas de 200 o 300 euros por automóvil como coste final al cliente.
En esta ocasión el sector del automóvil no se ha quedado callado, y el propio Luca de Meo, CEO de Renault, de la mano de Oliver Zipse, CEO de BMW, han cifrado la subida de precio que tendrán estos cambios en torno a los 1.000 euros en fábrica por cada coche nuevo, lo que se traducirá en hasta 2.000 euros de sobrecoste una vez que el coche llegue al concesionario.
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