Dos ruedas
La aparición de las Zonas de Bajas Emisiones y los continuos atascos de las grandes ciudades han hecho que las motos y los scooter hayan proliferado de forma exponencial. Se calcula que en España hay casi cuatro millones de vehículos de dos ruedas, de los cuales un millón son scooter y el resto motocicletas.
Obviamente se trata de un medio de transporte rápido y muy cómodo, pues a día de hoy no tiene ningún tipo de limitación que haga referencia a las Zonas de Bajas Emisiones, tal y como ocurre con los coches.
El talón de Aquiles de los vehículos de dos ruedas es precisamente su seguridad, pues incluso con chaqueta y casco vamos muy expuestos en caso de accidente.
Algunas ciudades como Madrid, con un parque móvil de dos ruedas superior a las 300.000 unidades, oculta decenas de trampas que pueden provocar la caída de un motorista con extremada facilidad.
Para uso urbano, la mejor recomendación es decantarse siempre por un scooter de rueda grande, que absorben mucho mejor los baches y tienen una adherencia muy superior a los scooter de rueda pequeña.
Pese a que en el mercado hay pinturas antideslizantes para las carreteras, y de hecho en alguno lugares de España se usa, no es comprensible que los pasos de cebra y la señalización horizontal que hay en la capital se hagan con pintura tan deslizante.
Es cierto que los pasos de cebra han cambiado su diseño para tratar de evitarlo, pero la realidad es que siguen siendo una verdadera trampa para el que se le ocurra tocar el freno sobre uno cuando ha llovido.
Otro de los clásicos. Las tapas de alcantarilla son un peligro en sí mismas porque son de un metal altamente deslizante.
Más todavía cuando se trata de alcantarillas con la tapa del revés o mal fijadas, que se mueven cuando pasamos por encima con la moto o el scooter. Una de las mayores estrellas del riesgo urbano. El robo de las mismas crea situaciones muy delicadas, pues además de provocar la caída de una moto puede generar que se cuele un peatón.
Las rejillas metálicas de ventilación del Metro son extremadamente peligrosas incluso en coche, pues si se te ocurre frenar sobre una puedes perder el control con facilidad. Mucho más aún en moto, porque además estas rejillas tienen varios metros cuadrados de superficie.
En caso de no existir otra solución alternativa a estas rejillas, deberían estar convenientemente indicadas y señalizadas para que los motoristas no las pasen por encima en la medida que puedan evitarlas.
En Madrid los separadores de carril han proliferado de manera absurda. Son las trampas por excelencia, pues han reducido superficie de calzada de manera importante y provocan que al final sean los motoristas los que acaban arrinconados contra estos separadores empujados por otros vehículos de mayor tamaño. Basta tocarlos mínimamente para irse al suelo con total seguridad.
Existe una tendencia de urbanismo a poner bordillos en mitad de las calles separando los dos sentidos de circulación.
Se crean pequeñas isletas longitudinales que pueden resultar cómodas para los peatones, pero su mala visibilidad, especialmente de noche, puede provocar que nos los llevemos por delante con mucha facilidad.
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