El monoplaza de Fernando Alonso rinde pleitesía a los egipcios

El monoplaza de Fernando Alonso rinde pleitesía a los egipcios

Fórmula 1

El secreto oculto del monoplaza de Fernando Alonso que muy pocos conocen

El monoplaza de Fernando Alonso esconde casi tantos misterios como la escudería que le da nombre

Aunque no sea del dominio público, Aston Martin es una de las marcas con más historia del panorama automovilístico actual. Más allá de las películas de James Bond, que le otorgaban licencia para matar y de las recientes actuaciones de Fernando Alonso en la F-1, Aston Martin es una de la marcas pioneras del automóvil.
La marca británica vio la luz en 1913 de la mano de Lionel Martin y Robert Bamford, ambos apasionados de la mecánica y de la competición. Sus inicios están marcados por su etapa como taller mecánico, donde reparaban incluso máquinas de coser de la marca Singer.

Un simple taller

En aquella época Bugatti marcaba el ritmo del automóvil y la competición y decidieron hacerle sombra con un prototipo de carreras movido por un motor Coventry de 70 caballos. Había nacido Aston Martin tal y como la conocemos hoy, la marca ambiciosa a nivel comercial y de competición que conocemos en la actualidad.
Evolución del logo de Aston Martin

Evolución del logo de Aston Martin

A imagen y semejanza de lo que ha ocurrido este año, la marca comenzó a cosechar triunfos inesperados muy por encima de lo previsto, lo que atrajo la inversión de diversos empresarios de la época que le permitió financiar el crecimiento de Aston Martin.
Superadas numerosas dificultades financieras, incluida la Primera Guerra Mundial, la firma ya se había labrado un nombre en la competición, lo que le granjeó el apoyo de apellidos ilustres de la época que aportaron la financiación necesaria que la llevaron hasta manos de David Brown, un aficionado a la egiptología.
David Brown, responsable del secreto egipcio de Aston Martin

David Brown, responsable del secreto egipcio de Aston Martin

Brown era el Elon Musk de la época que empujado por su afición por la egiptología, que en aquella época era el equivalente a la carrera aeroespacial actual, decidió trasladar su afición personal hasta sus coches de competición. Por ello evolucionó el logo inicial de la marca hasta el actual, incluyendo las alas de halcón extendidas.

El Elon Musk de la época

A partir de ahí y gracias a su acertada gestión la marca vivió una segunda juventud convirtiéndose en una verdadera referencia para otros fabricantes, popularizando el uso del aluminio para la reducción de peso y empleando materiales lujosos jamás vistos con anterioridad en los automóviles. Había nacido el automóvil premium.
El logo egipcio del monoplaza

El logo egipcio del monoplaza

A partir de entonces sus vitrinas crecieron con los trofeos más laureados de la época: Spa, LeMans, Nürburgring en incluso la Fórmula 1. Todo ello aderezado con su participación en las míticas películas de James Bond de los años 60, cuando se convirtió en el coche oficial al servicio de su majestad… y de 007.
A partir de entonces su viabilidad estuvo en el aire hasta que a finales de los 90 fue adquirida por Ford Motor Company, que heredó en algunos de sus modelos buena parte de ADN estilístico de la marca británica, viendo la luz modelos míticos como el DBS o el Vantage.
Pero no fue hasta 2019 cuando Lawrence Stroll, padre del piloto de F-1 y amigo personal de Briatore, decidiera comprar el 16 % de la marca por 220 millones de euros. En su lista de prioridades estaba el equipo de Fórmula Uno, tal y como ha demostrado este mismo año fichando al mejor piloto de la parrilla y a los mejores ingenieros de la categoría.
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