Toyota es líder del mercado de híbridos de manera indiscutible. Hace dos décadas, cuando el resto de fabricantes estaban enfrascados en el desarrollo de motores Diesel, Toyota ponía en el mercado los vehículos híbridos.
Se trataba de una tecnología cuyo objetivo nadie lograba entender, pues combinaban motores gasolina con motores eléctricos de bajísimo rendimiento.
Y llegaron los híbridos
Hace ya unos años que hemos podido comprender el sentido real de aquellos vehículos híbridos, que hoy en día circulan sin limitaciones por el centro de todas las ciudades europeas gracias a sus etiquetas medioambientales.
El Toyota Prius era espantoso, pero revolucionó el automóvil
En el caso de los eléctricos ocurre lo mismo. Toyota parece haberse quedado atrás en esta tecnología, pero cuando muestra una mínima parte de lo que guarda en la trastienda para los próximos años convence sin contemplaciones.
Es lo que acaba de ocurrir al explicar recientemente su plan de coches eléctricos, que a día de hoy se reduce al bZ4X.
Comienza el espectáculo
Pues bien, si viajamos de lo más lejano a los más cercano, los planes de la firma culminarán en 2028 con la presentación de las deseadas baterías en estado sólido.
Baterías en estado sólido, pequeñas y con mucha autonomía
En este caso no sólo son un 40 % más pequeñas y ligeras que las actuales, sino que ofrecen rendimientos del orden de los 1.200 kilómetros de autonomía con un tiempo de recarga de 10 minutos. A día de hoy parece algo reservado a la ciencia ficción.
Futuro inmediato
Por el camino la marca promete lanzar en 2026 una nueva evolución de las baterías actuales que homologará hasta 800 kilómetros de autonomía con sólo 20 minutos de carga.
Un año después, 2027, verán la luz las baterías con tecnología de ferrofosfato para una nueva generación de eléctricos asequibles en precio, esta batería homologa 600 kilómetros de autonomía y 30 minutos de recarga. Unas baterías que ya prometen ser hasta un 40 % más baratas que las actuales.
Ya en 2028 la firma alcanzaría el hito de los 1.000 kilómetros de autonomía con un tiempo de carga de 20 minutos, todo ello montado sobre un vehículo que debe ser lo suficientemente aerodinámico y ligero. Justo el mismo año en que verán la luz los citados acumuladores eléctricos en estado sólido, la verdadera revolución.