Tecnología
Cuando España se puso a la cabeza mundial del automóvil y fabricó un coche eléctrico 30 años antes que nadie
La creación de un coche eléctrico con hasta un centenar de kilómetros de autonomía supuso un hito para la industria nacional
Corría el año 1992 cuando España se convertía en protagonista del globo con dos acontecimientos de entidad mundial. En aquel año España acogía la celebración de los Juegos Olímpicos, a lo que hay que sumar la celebración de la Expo de Sevilla.
Las empresas multinacionales de la época aprovecharon el escaparate que suponían estos eventos para lucir sus mejores galas y hacer promoción de sus cualidades.
Escaparate mundial
En este caso Seat fue uno de los patrocinadores principales de los JJOO y ya entonces se planteó un verdadero reto que era la creación de un vehículo eléctrico para participar en algunas de las pruebas como vehículo de asistencia.
El departamento de ingeniería de Martorell se puso a trabajar sobre un Seat Toledo, un modelo lanzado un año antes y que entonces era casi aspiracional por sus muchas cualidades.
De la gasolina al kilovatio
Los ingenieros optaron por sustituir el motor gasolina por uno eléctrico de 22 caballos, 30 en carretera, que se acompañaba de una batería de plomo ubicada bajo los asientos traseros que pesaba 500 kilos y le permitía recorrer entre 50 y 80 kilómetros en función de la velocidad.
El Toledo se cargaba en un enchufe convencional con una toma de electricidad que llevaba bajo la rejilla delantera, homologada una velocidad máxima de 100 kilómetros/hora con una aceleración de 0 a 100 km/h superior a los 20 segundos.
Se fabricaron sólo dos unidades de un coche que participó en la ceremonia de inauguración acompañando a la antorcha olímpica y también en la prueba de maratón, en la que sirvió como coche de apoyo para el personal de asistencia.
Hoy en día es una verdadera reliquia que forma parte del museo que tiene la marca en la famosa nave A122 de Seat, una verdadera reliquia que adelantó 30 años a lo que vemos hoy por la calle.