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17 de abril de 2024

Olivia Newton-John

Olivia Newton-JohnGTRES

Olivia Newton-John (1948-2022)

Musa de las pistas de baile

Siempre nos quedarán sus hechos, las canciones, sus películas, sobre todo una, ese Grease que se convirtió en el himno de una generación

Olivia Newton-John
Nació en Cambridge (Reino Unido) el 26 de septiembre de 1948 y falleció en Santa Bárbara (California) el 8 de agosto de 2022

Olivia Newton-John

La cantante, que entonces tenía 28 años, no se veía interpretando a una colegiala de 17. Pero al final acabó cediendo y el resto ya es historia. La banda sonora de 'Grease' se convirtió en la de una vida de tantos cultivadores como existen de los llamados placeres culpables

La lucha a brazo partido que mantenía con la parca duró treinta años, pero al final nadie, ni siquiera los inmortales del celuloide, se libran de su fatal llamada. Olivia Newton-John había logrado un aplazamiento que concluyó este lunes, la actriz y cantante, musa de las pistas de baile, falleció después de haber librado una dura y prolongada batalla contra el cáncer de mama. Aunque como se suele decir en estos casos, siempre nos quedarán sus hechos, las canciones, sus películas, sobre todo una, ese Grease que se convirtió en el himno de una generación, la misma que un día soñó con poder convertir los angostos gimnasios de sus institutos en canchas de baloncesto, marcador lumínico incluido, capaces de albergar un baile de fin de curso con música en directo.
Olivia Newton-John, nacida en Cambridge, en 1948, tuvo que recorrer todos los peldaños de la música antes de convertirse en Dama del Imperio Británico. De niña su familia emigró a Melbourne (Australia), donde su padre, hijo a su vez del premio Nobel de Física, Max Born, se estableció como profesor de alemán. Ya en el colegio, un poco como la Sandra Dee a la que años más tarde encarnaría, se fogueó en la música junto a algunas de sus compañeras. Algún talento debía de tener porque con solo 18 años, de vuelta al Reino Unido, grabó su primer sencillo. En 1974, con un par de álbumes en la mochila, participó en el Festival de Eurovisión verdadero, aquel en el que medían sus talentos auténticas estrellas de la canción melódica. Quedó cuarta en una impresionante edición en la que Abba, nada menos, arrasó con su Waterloo.
Cuatro años más tarde le tocó la lotería en forma de oferta para protagonizar una película musical junto a John Travolta, convertido ya en ídolo planetario tras el fulgurante estreno de Fiebre del sábado noche. Fue la persistencia del actor, que al poco se convertiría en su amigo para toda la vida, quien la sacó de su inicial rechazo. La cantante, que entonces tenía 28 años, no se veía interpretando a una colegiala de 17. Pero al final acabó cediendo y el resto ya es historia. La banda sonora de Grease se convirtió en la de una vida de tantos cultivadores como existen de los llamados placeres culpables. Los mismos que reniegan de Julio Iglesias en público para luego perpetrar sus canciones en la intimidad son los que gritan a todo pulmón, en un inglés aproximativo cuando no directamente execrable, hitos como el «You're the One that I want» en la soledad de sus vehículos mientras conducen con la música a todo volumen por carreteras secundarias.
Olivia Newton-John nunca más conocería un éxito semejante. Aquella muchacha rubia, algo meliflua, de sonrisa reluciente, voz penetrante y algo almibarada, que podría haber sido perfectamente una moderna Julie Andrews, permaneció dando tumbos en el mundo del espectáculo, más o menos exitosos, pero nada comparables con el palo que pegó con Travolta, al que debió prácticamente toda su fama y fortuna.
Su filme Xanadú no colmó las expectativas, si bien algo parecido al éxito volvió a experimentar con su álbum Phsysical (1981), en el que parecía hacer por fin buena la transformación de Sandy en Grease. La niña mona, pizpireta y algo recatada daba paso a una mujer sensual, audaz, «empoderada» que dirían los cursis de último minuto.
Olivia Newton-John siguió grabando discos y actuando por el mundo con un último periodo dedicado sobre todo al country. Pero la sombra de Grease fue siempre demasiado alargada, y nunca pareció gozar de algo parecido a la ola de admiración y cariño provocado por aquella cinta salvo cuando sus protagonistas, o algunos de ellos, volvían a juntarse periódicamente para celebrar algún aniversario del hito: en 2019 volvió a marcarse otro baile para la eternidad con Travolta.
En los últimos años había vuelto a las primeras páginas de los periódicos por una noticia sorprendente, ajena a su carrera. Al parecer su segundo marido, el que siguió al actor Matt Lattanzi, desapareció un buen día, se supone que en el mar. Pero varios años después se supo que en realidad había ido a por tabaco, hasta México, y se había hecho el muerto para huir de sus acreedores y un poco del tedio conyugal. En cambio, a la tercera fue la vencida cuando encontró el amor definitivo junto a John Easterling. En 2008 volvió a casarse con este acaudalado magnate, fundador de Amazon Herb Company, y a partir de entonces estuvo dedicada sobre todo a recaudar fondos para la lucha contra el cáncer.
A España había viajado un año antes de la pandemia para visitar a su hermana, que tiene el buen gusto de haber fijado residencia permanente en la Ribeira Sacra. Ya estaba enferma, pero aún disfrutaría de una prórroga hasta esta misma semana. Aquí también deja huérfana a una legión de fans de todas las edades. Como el singular fenómeno Star Wars, hay padres, y sobre todo madres, que aún transmiten a sus hijos su fervor por Grease y sus protagonistas, su estética, sus bailes, sus canciones… Como ha dicho Travolta al conocer la desaparición física de su entrañable colega, «hizo que nuestras vidas fueran mucho mejores». Cuando suena Greased lighting o alguno de los hits del filme, nada malo puede suceder.
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