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25 de abril de 2024

Magdalena Ruiz Guiñazú

Magdalena Ruiz Guiñazú, en una retransmisión de hace unas semanasMitre

Magdalena Ruiz Guiñazú (1931-2022)

Magdalena Ruiz Guiñazú

Fue a la radio argentina lo que Carlos Herrera es hoy a la de España. La diferencia es que a ella le tocó sobrevivir, profesional y físicamente, en una dictadura que arrojaba a las personas desde aviones o las hacían cenizas en parrillas de la Escuela Mecánica de la Armada (ESMA)

Magdalena Ruiz Guiñazú
Nació el 15 de febrero de 1931 en Buenos Aires y falleció el 6 de septiembre en Buenos Aires

Magdalena Ruiz Guiñazú

Formó parte de la Comisión Nacional de Desaparición de Personas (CONADEP) que escuchó las atrocidades de los sobrevivientes de la dictadura argentina (1976-83)

Amanecías a las 6 y allí estaba Magdalena tempranísimo en Mitre. Prendías la radio un fin de semana y la voz de Magdalena volvía a saludarte en las ondas. Te armabas de valor y abrías el informe Nunca Más, o buscabas quiénes formaron parte de la CONADEP, la Comisión Nacional de Desaparición de Personas, y ahí se abría paso para la historia el nombre de Magdalena Ruiz Guiñazú. Periodista clave de la democracia argentina, murió ayer a los 91 años.
Magdalena fue a la radio argentina lo que Carlos Herrera es hoy a la de España. La diferencia es que a ella le tocó sobrevivir, profesional y físicamente, en una dictadura que arrojaba a las personas desde aviones o las hacían cenizas en parrillas de la Escuela Mecánica de la Armada (ESMA).
En ese centro clandestino de tortura y muerte, penaron unas 5.000 almas. Magdalena sería una de las primeras personas en democracia, en cruzar aquella puerta al pasado más oscuro de la historia de su país.
Lo hizo con otros miembros de la CONADEP y ex detenidos desparecidos. «Nunca lo voy a olvidar», repetiría siempre. El «grupo de sobrevivientes», recordaba, «palpaba las paredes para reconocer el lugar porque habían estado con los ojos vendados durante el cautiverio y las torturas, que iban relatando». «Fue -reconocía- una de las imágenes más brutales que me tocó vivir.»
Tenaz, políglota, con una formación intelectual sólida, esta periodista, traductora, autora de una decena de libros y miembro de la Academia Nacional de Periodismo, fue la primera en colocarle un micrófono a Hebe de Bonafini, cuando Argentina y el mundo, pensaban que esa madre a la que el Estado había secuestrado a sus hijos era, además de víctima de la dictadura, una persona honorable.
En democracia Magdalena mantuvo su posición en defensa de las libertades y los derechos de los argentinos. Su mirada crítica atravesó los gobiernos de Raúl Alfonsín a Alberto Fernández, sin olvidar los de Carlos Saúl Menem, Fernando de la Rúa, Eduardo Duhalde y los del matrimonio de Néstor y Cristina Kirchner.
Durante el de estos su foto, con la de otros periodistas críticos, se hizo grande y formó parte del patíbulo montado en la plaza de Mayo por el kirchnerismo duro que encabezó y encabeza Bonafini, la madre protectora de etarras, que hizo de la tragedia de sus hijos apología de la violencia y pasó de admirar a la periodista a denostarla sin causa. Aquella farsa de juicio fue, posiblemente, el preludio de la guerra abierta contra la prensa que se mantiene hasta hoy desde el actual Gobierno.
Entre 1987 y 2006 el programa de Radio Mitre de Magdalena fue la estrella que aclaraba la vida de unos argentinos con la capacidad de asombro perdida. A los estudios de radio se arrimaban los políticos que buscaban abrirse camino y por ellos, solían desfilar todos los candidatos de las elecciones.
Ávida lectora de la prensa internacional Magdalena pasaba el peine a los principales periódicos y reproducía titulares y párrafos para que los argentinos vieran que el mundo no terminaba en sus fronteras. Viajó y entrevistó a personajes para la historia. Desde Videla al Papa Juan Pablo I, recibió más de medio centenar de importantes premios nacionales e internacionales, fue distinguida con la Legión de Honor francesa, la orden del Mérito de Italia y la de Polonia.
Magdalena Ruiz Guiñazú trabajó duro en la profesión que supo reconocer su entrega, dedicación y honestidad. Se sumó a asociaciones de prensa, la última, FOPEA (Foro de Periodismo Argentino). Defendía la independencia de los profesionales desde la razón y el corazón. De sonrisa fácil su voz se mantuvo al aire, hasta hace quince días, en radio Mitre, la emisora que fue su seña de identidad.
Argentina y sus colegas, ya la echamos de menos.
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