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16 de abril de 2024

Jiang Zemin

GTRES

Jiang Zemin (1926-2022)

Artífice del poderío chino

Consolidó el desarrollo masivo fulgurante, al tiempo que comprobaba los límites diplomáticos y militares de China en el asunto de Taiwán

Jiang Zemin
Nació el 17 de agosto de 1926 en Yangzhou (China) y falleció el 30 de noviembre de 2022 en Shanghái

Jiang Zemin

Ingeniero de formación, ocupó cargos directivos en varias empresas antes de su incorporación tardía al aparato del PCCh: fue su secretario general entre 1989 y 2002, de su Comisión Central Militar hasta 2004, funciones que compaginó con la jefatura del Estado chino entre 1993 y 2003.

Jiang Zemim tomó las riendas del Partido Comunista Chino (Pcch) en marzo de 1989, es decir, pocas semanas antes de que estallase la revuelta de Tiananmén; pero apenas participó en el diseño y la ejecución de la sangrienta represión del 4 de junio. La razón es sencilla: el presidente de la Comisión Central Militar –y verdadero jefe de las Fuerzas Armadas– seguía siendo Deng Xiaoping, que cedió este último cargo a Jiang unos meses después. Este último ampliaría sus competencias en 1993 al ser designado presidente de la República. Nadie, hasta entonces, había concentrado en su persona los tres resortes estratégicos de la dirección del país.
Fue para Jiang una pequeña venganza, debido a que su ascenso fue mal visto por amplios sectores de un establishment comunista algo receloso de quien hasta la fecha gozaba de una reputación de burócrata gris. Pero el aludido pronto desplegó esfuerzos para modificarla, tanto en la forma como en el fondo. Dotado de un ego sobredimensionado, exhibía, sin rubor alguno, su cultura literaria, filosófica y política ante los periodistas de medio mundo.
También permanece en las retinas su cara de placer indisimulado –y algo impertinente– ante el entonces Príncipe de Gales y Tony Blair durante la ceremonia de traspaso de soberanía en Hong Kong, o su muy mediatizado baño en el mar Negro durante su estancia en Israel. Era incluso capaz de gestos descorteses para mejorar su apariencia: al inicio de su visita de Estado a España, en plena ceremonia de recibimiento, sacó un peine de su bolsillo ante el Rey don Juan Carlos. Y lo usó. Por no olvidar la ocasión en que aplaudió a rabiar al paso de su propio retrato.
Pero fue en el fondo donde Jiang ha dejado una huella duradera, pudiéndose decir de él que ha sido el artífice del actual poderío chino. En materia económica, prosiguió sin contemplaciones con las políticas de desarrollo masivo iniciadas por Deng. Los resultados llegaron por medio de una expansión masiva en Asia y en otras zonas del planeta –ahí empezó la 'conquista' de África–, aprovechando hábilmente los albores de la imparable globalización.
Jiang centró sus propios intereses en la tecnología, permitiendo incluso que su hijo se convirtiera en uno de los protagonistas del sector en Shanghái, capital económica de China y rampa de lanzamiento de su trayectoria. Más el favoritismo trascendía el ámbito familiar, dando origen al «clan de Shanghái», cuya influencia fue determinante en el Gobierno de China. El abrupto cese del alcalde de Pekín, Chen Xitong, marcó el punto culminante de esa influencia del peculiar grupo, que empezó a decaer cuando la magnitud de su corrupción se hizo insoportable para el PCCh, empañando los últimos años de la era Jiang.
El líder se topó con algunos límites en política exterior. Por ejemplo, en el asunto de Taiwán. Partidario de una línea intransigente, Jiang acuñó doctrina: el mero hecho de que Taiwán se negase a negase a negociar legitimaba a China para actuar. Pero cuando se trató de ponerla en práctica, se topó con Estados Unidos, que replicó –por orden de Bill Clinton– enviando a su flota a patrullar la zona en disputa. Pekín no podía aún rivalizar con Washington. Ahora, probablemente algo más. Jiang exhibía, asimismo, esos colmillos para «desagraviar» a un Ejército Popular cuya influencia política redujo notablemente.
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