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25 de abril de 2024

Denyz Baykal y el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan

Denyz Baykal y el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan

Denyz Baykal (1938-2023)

La vana oposición a Erdogan

Símbolo de la Turquía laica, poseedor de una brillante trayectoria política no siempre justamente recompensada, se mostró incapaz de estructurar una alternativa solvente al islamismo

Denyz Baykal y el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan
Nació el Antalya el 20 de julio de 1938 y falleció en Ankara el 11 de febrero de 1938

Denyz Baykal

Tan longeva fue su presencia en el escenario político como cortos sus periodos en el Gobierno: el de mayor duración, algo más de año y medio, fue al frente de la cartera de Recursos Naturales entre 1978 y 1979. También desempeñó las de Finanzas y Asuntos Exteriores y fue presidente del Parlamento durante unos días en noviembre de 2015.

Recep Tayyip Erdogan asistió a las honras fúnebres de Denyz Baykal, celebradas en el Cementerio Estatal de Ankara, lugar reservado para el eterno descanso de los próceres de la República de Turquía. Allí, sin ir más lejos, está el mausoleo de su fundador, Mustafa Kemal, Atatürk, el principal referente político de Baykal. Un gesto, pues, de cortesía política por parte de actual presidente del país, pero sobre todo una manera sutil de certificar la victoria, si no definitiva, por lo menos duradera, de una visión de Turquía (islamista) sobre otra (laica), cada vez más de capa caída.
Baykal era una encarnación perfeccionada de la Turquía laica y kemalista: hijo de un matrimonio de clase media de Antalya, una de las grandes urbes de la costa mediterránea turca, comenzó su trayectoria con unos brillantes estudios universitarios –de Derecho– en Ankara, completados en las universidades norteamericanas de Berkeley y Columbia. Desarrollaba Baykal una tranquila existencia en el mundo académico hasta que un agudo análisis agudo sobre las causas de la derrota del Partido Republicano del Pueblo (Chp en sus siglas turcas) en las elecciones legislativas de 1965 llamó la atención de los dirigentes de la formación, guardiana de las esencias del kemalismo.
Le contrataron casi al instante, siendo el episodio el origen de una ascensión imparable cuyo primer hito fue escaño obtenido en las legislativas de 1973. Por su ciudad natal, Antalaya. Al año siguiente –muy agitado en Turquía tras haber ocupado su Ejército una notable porción de Chipre– asumió la cartera de Finanzas en el Gobierno presidido por Bülent Ecevit, a cuya vera transcurriría parte de su carrera, primera y fugaz experiencia de coalición entre laicos e islamistas.
Baykal fue nombrado titular de Recursos Naturales en 1978. De nuevo su presencia en un gobierno fue de corta duración –como lo sería su estancia al frente de Asuntos Exteriores en 1995– impidiéndole dejar su impronta. Era una época de inestabilidad política creciente –marcada por la rivalidad entre Ecevit y Suleiman Demirel–, culminada por el Golpe de Estado militar de 1980. Baykal, al igual que otras figuras de primer nivel, fue detenido y privado de cualquier actividad política durante cinco años.
Pero los asuntos públicos era su vocación y no perdió la ocasión de reaparecer en el escenario, esta vez en la cúpula de una formación socialdemócrata sin apenas influencia en un campo de batalla dominado, entre otros, por Turgut Ozal y Demirel. Y con Ecevit militando en otro partido.
El verdadero resurgimiento de Baykal se produjo a principios de los noventa con la refundación del Chp, disuelto en 1980 por los militares. Lo lideró en diversas ocasiones durante ese periodo y en 1999 lo condujo al desastre electoral en 1999, donde por primera vez desde de la República en 1923, se quedó sin representación parlamentaria.
Baykal dimitió, pero fue llamado al cabo de unos meses para intentar que el partido de Atatürk resurgiera de sus cenizas. Logró el objetivo en 2002: el Chp era la primera fuerza de oposición al indiscutible ganador de los comicios, el islamista Akp, encabezado por Erdogan. El jefe del Chp, consciente de la nueva relación de fuerzas, cooperó para que se levantase el interdicto legal que impedía a Erdogan convertirse en primer ministro.
Sin embargo, creyó, ingenuamente, que el juego político seguiría su curso sin alteraciones. No supo interpretar que Turquía estaba experimentando el principal cambio de ciclo de su historia republicana: el país era cada vez más religioso y menos laico, Erdogan había empezado, poco a poco, a domar a unas Fuerzas Armadas a las que terminaría privando de su rol de garante de la estabilidad política, y las élites -políticas, económicas y culturales- ya no eran las mismas. Por eso los ocho años de oposición de Baykal a Erdogan fueron totalmente vanos.
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