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29 de marzo de 2024

Bernard Ingham

AFP

Sir Bernard Ingham (1932-2023)

La voz de Thatcher

Como jefe de Prensa, pilotó con soltura, pero no sin polémica, los momentos más tensos del mandato, empezando por la Guerra de las Malvinas

Bernard Ingham icono
Nació el 21 de junio de 1932 en Halifax (Reino Unido) y falleció el 24 de febrero de 2023

Bernard Ingham

La ausencia de carrera universitaria no fue óbice para que iniciase una brillante carrera en el periodismo y en la administración, cuyo punto culminante fue su presencia en Downing Street junto a Margaret Thatcher y desde el primer día hasta el último. Isabel II, por indicación de la antigua primera ministra, le armó caballero, Sir.

Sir Bernard Ingham tenía poco en común con Margaret Thatcher, salvo, tal vez, los orígenes humildes. En el resto, prácticamente nada: periodista que inició su trayectoria en las cabeceras de su Yorkshire natal antes de incorporarse a The Guardian, referente del progresismo británico, actividad que compaginó con una activa militancia laborista que solo abandonó en 1967, cuando ingresó en la Administración como asesor de comunicación de varios ministros laboristas. Uno de ellos fue Tony Benn, principal exponente del ala izquierda, con quien las relaciones fueron notoriamente malas.
Estos antecedentes ideológicos no impidieron que Ingham fue nombrado jefe de Prensa de Margaret Thatcher poco después de la llegada de esta última al número 10 de Downing Street en la primavera de 1979. Para sorpresa de muchos, hubo simbiosis entre ambos desde el principio.
Ingham entendió desde el principio que la nueva mandataria no era como sus antecesores y, sobre todo, que los nuevos tiempos exigían cambios profundos en una comunicación gubernamental que «americanizó» para potenciar, dentro y fuera del Reino Unido, la imagen de Thatcher. Una muestra de este estilo vino dada con el éxito rotundo del viaje de la primera ministra a Moscú en 1987. Según refiere Michael Cockerell en la televisión inglesa y los primeros ministros, el nada conservador The Observer dijo de Ingham: «Es el Eisenstein de la photo-opportunity que ha logrado la mejor de todas, la más brillante operación de relaciones públicas montada por Downing Street en mucho tiempo».
Otro de los cambios impulsados por Ingham fue la coordinación informativa de los distintos ministerios a través de una reunión semanal, presidida por él mismo, de sus respectivos jefes de Prensa. A los corresponsales acreditados tanto en Downing Street como en el Parlamento les convocaba, en cambio, con frecuencia bisemanal, imponiéndoles un severo off the record. La decisión fue criticada por varios medios. Algunos de ellos, The Independent, sin ir más lejos, llegaron a retirar durante un tiempo a sus enviados.
Mas Ingham se solía salir con la suya: aprovechaba las reuniones de marras para tirar afiladas pullas a los ministros que tenía en su punto de mira. Se convirtió, incluso, en más poderoso que varios de ellos por el ascendiente que tenía sobre Thatcher. Como escribe The Daily Telegraph, «los críticos conservadores de la primera ministra resentían tanto la eficacia con la que [Ingham] exponía sus puntos de vista como su reticencia a persuadirla para que moderara las políticas que consideraban perjudiciales».
Sea como fuere, la confianza que la «Dama de Hierro» depositaba en Ingham era plena. Fue el jefe de Prensa quien pilotó con soltura los momentos más tensos del mandato, empezando por la Guerra de las Malvinas. Suya fue la idea de convocar a los medios a las once de la noche para que Thatcher anunciase en directo la reconquista de Georgia del Sur y de las Islas Sandwich del Sur, primeras porciones de territorio bajo ocupación argentina en ser recuperadas. El episodio, y la forma de comunicarlo, levantó la moral de la opinión pública.
Thatcher le recompensó incluyéndole en el reducido séquito que la acompañó a las Malvina, siete meses después de la rendición argentina, para celebrar la victoria. Allí, Ingham se distinguió amenazando a la BBC con «incalculables consecuencias» si no compartía imágenes con su competidora ITN.
Si bien el episodio más bochornoso que protagonizó fue la manipulación informativa –con la burda filtración de una misiva– en el caso Westland. La maniobra desembocó, a principios de 1986, en las dimisiones de los titulares de Defensa e Industria. El primero, Michael Heseltine agudizó su amargura para con Thatcher y lideró la campaña que provocó su renuncia en 1990. Mas la relación ente la «Dama de Hierro» e Ingham permaneció inalterada.
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