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25 de abril de 2024

Betty Boothroyd

AFP

La baronesa Boothroyd (1929-2023)

Una 'Thatcher' de centroizquierda

Primera mujer en ser elegida 'speaker' de la Cámara de los Comunes, la presidió con autoridad y tacto

Betty Boothroyd
NAció el 8 de octubre de 1929 en Dewsbury (Reino Unido) y falleció el 26 de febrero de 2023 en Cambridge (Reino Unido)

Betty Boothroyd

Su vocación inicial era la de bailarina, profesión que ejerció hasta que una lesión en un pie le obligó a abandonarla. Se recicló como asistente parlamentaria y en 1973, al cuarto intento, logró un escaño en la Cámara de los Comunes, que presidió entre 1992 y 2000. Posteriormente pasó a formar parte de la Cámara de los Lores.

El 28 de abril de 1992 fue una fecha decisiva en los siete siglos de historia de la Cámara de los Comunes: por primera vez, una mujer fue elegida para presidirla. El honor incumbió a Betty Boothroyd, laborista de 62 años y diputada por el distrito –ubicado en el centro de Inglaterra– de West Bromwich West. Accedió al cargo gracias al voto de 70 diputados conservadores, que aún estaban en el poder, encabezados por John Major. Una muestra más, si cabe, de la ausencia de sectarismo que suele caracterizar a la política británica cuando se trata de cubrir los más importantes cargos institucionales.
Boothroyd correspondió a la cortesía suspendiendo inmediatamente su militancia laborista, como indica la costumbre y así poder garantizar la imparcialidad. Renunció a la dieciochesca peluca masculina que lucían sus predecesores, pero no a la capa ni al par de zapatos específicos de la función, que fueron «feminizados» por unos tacones medios. Hoy se exhiben, como no podía ser menos, en la Women’s Library de la Cámara. En cuanto al tratamiento, optó por el de «Madam Speaker».
Eso sí, siguió proclamando –con su peculiar voz, forjada por el acento de Yorkshire y las consecuencias del paquete de cigarrillos que se fumaba a diario– el tradicional «order!» al más mínimo alboroto, prohibió las palabras durante los debates e incitó a la moderación en las críticas para no desprestigiar a la institución. Esa regla afectaba tanto a la oposición como a unos medios que lanzaban acusaciones a menudo no fundadas sobre casos de corrupción. Boothroyd se mostró, asimismo, contraria a la introducción de nuevos dispositivos electrónicos como los mensáfonos, tan populares en los noventa. Hoy parecería un intento vano, pero en aquella época las cámaras de televisión apenas habían iniciado su andadura en los Comunes.
Sus ocho años de Boothroyd al frente de la cámara baja coincidieron con una época ajetreada en la política británica: los conservadores apuraban un periodo de trece años en el Gobierno; mientras que los laboristas, con el viento en popa, se quedaron a las puertas de un poder que ansiaban. Era 1992, y la principal tarea de la cámara era la ratificación del Tratado de Maastricht, que el Reino Unido había suscrito tras haber negociado un importante número de cláusulas especiales. Major ganó una votación ajustada.
Según algunos, gracias al voto de calidad de Boothroyd, que el speaker –tradicionalmente no participa en las votaciones– puede usar para desempatar. Un recuento posterior lo desmintió. Con la llegada de los laboristas en 1997, la máxima autoridad de los Comunes supo frenar los ardores de los diputados de un partido que gozaba de una mayoría aplastante. Un comportamiento equilibrado que mereció el reconocimiento unánime de la Cámara cuando anunció su retirada en 2000.
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