
David Horowitz
David Horowitz (1939-2025)
El izquierdista que terminó inspirando a Trump
Aconsejaba «empezar cada confrontación dando un puñetazo en la boca a los progresistas»

David Joel Horowitz
Escritor e intelectual
Hijo de maestros neoyorquinos de ascendencia judía rusa, se formó en Columbia y en Berkeley —a partir de los noventa se convertiría en feroz crítico del elitismo académico—, tuvo tres lustros.
En 2016, se daba por hecho en los principales círculos políticos, intelectuales y mediáticos estadounidenses que Hillary Clinton vencería las primarias del Partido Demócrata y que sería una candidata segura a la presidencia. En ese ambiente algo desesperante, David Horowitz recibió el encargo de escribir un libro sobre cómo la derecha podía movilizarse para derrotar a la nueva presidenta. Su publicación estaba prevista para poco después de la inevitable investidura de Clinton, es decir, que desde la derecha se admitía implícitamente la derrota.
Mas cuando Donald Trump sorprendió al mundo con su victoria, se cambió sobre la marcha su titular: salió en librerías como La Gran Agenda: El plan del presidente Trump para Salvar a Estados Unidos, pese a que el grueso del ensayo seguía centrado en los ataques a Clinton. «La estrategia», escribía Horowitz, «es ir directo a la yugular». Nada extraño por parte de quien también aconsejaba «empezar cada confrontación dando un puñetazo en la boca a los progresistas». La Gran Agenda estuvo en la lista de los más vendidos de no ficción de The New York Times durante 11 semanas.
Horowitz empezó a influir en círculos trumpistas muchísimo antes de que el magnate decidiera iniciar una carrera política. Lo hizo principalmente a través de Stephen Miller, un asesor político durante la primera Administración de Trump, y en la actualidad asesor de Seguridad Nacional y jefe adjunto de gabinete de la Casa Blanca. Horowitz conoció a Miller cuando era un estudiante de secundaria en California y se mantuvo en contacto con él cuando se formaba en la Universidad de Duke. Allí, Miller creó una agrupación de Estudiantes por la Libertad Académica y ayudó a Horowitz a coordinar una 'Semana de Concienciación sobre el Islamofascismo' en los campus universitarios. Ahí empezó una mecha que se convirtió en un incendio cuando Trump hizo suyas las teorías de Horowitz en materia de inmigración. Sobre otras temáticas, hay debate sobre la influencia real del pensador en el policy making de Trump.
De lo que no cabe duda es del giro radical que emprendió Horowitz dentro de la derecha norteamericana: fiel seguidor de Ronald Reagan en los ochenta, pero sin adquirir especial relevancia, marginado por los neocons de George W. Bush a principios de siglo, aprovechó este último periodo de «travesía del desierto» para acercar posturas entre conservadurismo clásico y populismo puro y duro. Lo consiguió.
Hasta aquí, lo que podía haber sido la trayectoria habitual de un intelectual de derechas. Pero antes de abrazar sus ideas definitivas Horowitz fue durante años un puntal de la Nueva Izquierda. El marxismo cultural se le impregnó durante los sesenta con motivo de una estancia en Londres. De vuelta a Estados Unidos en 1968, unió su destino al de las Panteras Negras, ayudando a conseguir fondos a esta peligrosa organización y recomendando a una persona blanca, de nombre Betty van Patter, para gestionar sus finanzas. El asesinato de esta última en 1974, nunca esclarecido, pero que atribuía a las Panteras, supuso el inicio de su peregrinación a la derecha.