El Ministerio de la Presidencia ha publicado un vídeo con motivo del Día de la Constitución. Hasta ahí, todo bien. Pero no… porque el vídeo de la factoría Bolaños es una arenga con todos los tics de la ingeniería social del PSOE. Apocalipsis climático, dos jóvenes varones besándose, condena de las religiones, imágenes de manifestaciones… Esa es la lectura de la Constitución de 1978 que hace nuestro Gobierno, enfermo siempre de sectarismo.
Donald Trump y Joe Biden, los Reyes de Bélgica o el Príncipe Guillermo del Reino Unido son algunos de los dirigentes que acudirán este sábado al solemne acto de apertura de las puertas de Notre Dame. Allí se congregarán docenas de estadistas y diplomáticos de todo el mundo. Lo que no sabemos a las horas del sábado en que se escribe este apunte es quién representará a España en la cita en la simbólica catedral católica (si es que finalmente viaja alguien). Ayer el Gobierno no tenía clara la respuesta. Una diplomacia lamentable, al más puro estilo Albares. Si la cita fuese de otra naturaleza –cambio climático, fútbol femenino, arte epatante…–, por supuesto no faltaría un Falcon de nuestro Gobierno presto a dar el salto a París.
No hay región en España con personalidad más marcada que Andalucía, que al mismo tiempo está íntimamente imbricada en el corazón de la nación española, que no sería tal sin ella. Por eso Andalucía no necesita ciertos guiños que empiezan a recordar a formas incipientes de nacionalismo bajo en calorías. El camino para Andalucía es el que siempre ha elegido: ser tierra de todos sin perder un ápice de su maravillosa personalidad. Fomentar un nuevo andalucismo desde el poder, por no se sabe qué réditos políticos, no le va a sentar bien a la comunidad, sino todo lo contrario. Moreno Bonilla debería darle una pensada.
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