Las caras de la noticia (08/12/2024)
Ernesto Urtasun
A muchos españoles, y en especial a los católicos, les ha desagradado enormemente que no haya habido ninguna autoridad española en la inauguración tras cinco años de trabajos de la catedral católica de Notre Dame. A muchos españoles les habría encantado ver allí a los Reyes de España (cuya agenda exterior depende del plácet del Gobierno), junto a Donald Trump, los Reyes de Bélgica, el Príncipe Guillermo, el presidente de la República Alemana, Giorgia Meloni, Zelenski… Pero no. Nada. Ni siquiera uno de esos ministros prestos a subirse al Falcón para cualquier fruslería tuvo a bien viajar a París para representar a España en tan simbólico acto. El ministro de Cultura, el nacionalista de extrema izquierda Ernesto Urtasun, estaba a esa hora en Ifema, en un acto de circo (y lo decimos con todo el respeto a la gente del circo). ¿Por qué no hemos estado representados en París y hemos quedado como unos parias en el espectro internacional? Fácil: porque se trataba de un templo católico, y por ahí no pasa nuestro intolerante Gobierno, que siente aversión a la dimensión trascendente del ser humano.
Javier Milei
La izquierda clamó en su contra. Era el fin del mundo. Pero cumplido un año de Javier Milei en el poder, sus recetas liberales comienzan a dar frutos. De la inflación de un 211 % del final de peronismo, una pesadilla que empobrecía día a día a los argentinos, se ha pasado al 2,7 % en octubre. La deuda baja. Las exportaciones han subido un 26 %... Queda claro que había alternativa al gasto sin tasa y al dopaje de la subvención.
Félix Bolaños
El ministro de la Presidencia ha logrado el raro honor de repetir dos días seguidos en esta sección. Ayer, por lanzar un vídeo para —supuestamente— conmemorar el día de la Constitución, que resultó pura propaganda sectaria de la ingeniería social de la izquierda. Hoy se asoma de nuevo, porque ante las críticas de este periódico a su iniciativa ha respondido insultando a El Debate a través de las redes sociales. Son reacciones más propias de una autocracia que del Gobierno de una democracia. Están muy nerviosos y asoma lo que llevan dentro.
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