Fundado en 1910

25 de abril de 2024

tribunaAlmudena Negro Konrad

Ayuso desnuda el autoritarismo de Sánchez

Sánchez ha obviado que para la toma efectiva y permanente de las instituciones es necesario que el pueblo obtenga algún beneficio, real o imaginario. Nada de esto está sucediendo

Actualizada 09:03

Nada molesta más a un tramposo que la verdad. De ahí que la feliz y certera expresión de la presidenta de la Comunidad de Madrid retratando a Pedro Sánchez como un «Le Pen de izquierdas» haya levantado ampollas entre los socialistas. Se han puesto como la bicha del pantano. Más lo cierto es que tanto una, Le Pen, como el otro, Sánchez, comparten no solo su desprecio hacia el europeísmo –ahí tienen a Sánchez haciendo caso omiso de la Unión Europea en cuestiones fundamentales para la gente y las empresas como el reparto de los fondos europeos postpandemia–, sino también su devoción hacia la ingeniería social. Ambos dos, tanto montan montan tanto, buscan conformar una sociedad homogénea y llegar a su idealizado hombre nuevo. Solo así puede explicarse la cesión, con grave peligro de ruptura interna, de Sánchez ante Irene Montero, una comunista en busca de la destrucción de las sociedades libres, capaz de negar la ciencia, la biología y hasta el sentido común. Piensen en la llamada ley trans.
La toma de todas las instituciones del Estado, que pasa por su previo desprestigio como estamos viendo ha sucedido estos años atrás con el CIS, TVE, EFE, Correos o la Justicia, forma parte de la estrategia de colonización de dichas instituciones, administraciones y organismos de producción y comunicación. Decía Gabriel Naudé que un coup d´état es una operación puesta en marcha por el que manda que busca con él reforzar su poder. Convertirlo en omnímodo. La seguridad jurídica queda destruida por el camino. Sería discutible si hoy sigue habiendo en España derecho o si éste ha sido sustituido, mediante la profusión legislativa y la burocratización, por la legislación. Legislación que no es del pueblo, sino del Estado.
El objetivo de todo totalitario es la conquista del Estado, máxime teniendo en cuenta que hace tiempo éste ha devenido de asistencial en leviatán y posteriormente en minotauro, como señaló Bertrand de Jouvenel. Hoy el Estado es un Estado moral, que dicta lo que está bien y lo que está mal, que se entromete en todas las facetas de la vida de las personas. De ahí que su colonización suponga la obtención del poder absoluto por parte del autoritario. Solo así se garantizará éste la completa sumisión del pueblo. Ni qué decir tiene que una concepción autoritaria del poder como ésta pasa por la deslegitimación de la oposición y el derribo de los controles necesarios para garantizar la democracia. La campaña contra Alberto Núñez Feijóo es evidente. El desprecio hacia el parlamentarismo, notorio.
Hoy los golpes de Estado no se dan mediante el uso de la fuerza. Primero se alcanza el Gobierno, después se toma al asalto el Estado y luego, aprovechando la atmósfera totalitaria creada para favorecer el mismo gracias al control de todas las instituciones, se asume todo el poder. Lo hemos visto durante las últimas décadas en Cataluña. El colofón de la operación de toma del poder totalitario fue la sedición, que hoy Sánchez pretende perdonar, de 2017. Un asalto de una parte del Estado contra el Estado. Un delito que, pese a lo que reza el argumentario sanchista, está gravemente penado en los países de nuestro entorno, como Alemania, Francia o los Países Bajos.
Sería ingenuo pensar que Sánchez está cediendo en sus pretensiones ante los bilduetarras y los golpistas catalanes a cambio de unos presupuestos. Lo hace para alcanzar ese poder total e imponernos su liberticida proyecto personal. Comparten objetivo. El presidente Sánchez gana tiempo para consumar la toma del Estado. Que pasa, como también señaló certeramente días atrás Isabel Díaz Ayuso, por el cambio en la forma de la Jefatura del Estado. Nada puede quedar a salvo del nuevo régimen.
Sin embargo, Sánchez ha obviado que para la toma efectiva y permanente de las instituciones es necesario que el pueblo obtenga algún beneficio, real o imaginario. Nada de esto está sucediendo. Las promesas falsas del gobierno se están estrellando contra la realidad de la factura de la luz o el gas, el precio de la cesta de la compra, el desempleo y, en definitiva, la desesperanza. Sánchez fracasará.
  • Almudena Negro Konrad es diputada autonómica en el PP de la Comunidad de Madrid y periodista
Comentarios
tracking