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20 de abril de 2024

TribunaJosé María Prieto

Ese 'Rasputín' llamado Bolaños

Hay que tener fuerza para seguir en el buen camino y no hacer caso de «profetas» como ese «Rasputín» que lo quiere manejar todo

Actualizada 09:12

Está muy claro, la temperatura electoral sube a cada minuto y eso provoca, acelera, la tensión entre los partidos políticos que, como algunos ya han declarado, van a dejarse la piel desde ahora y hasta las próximas elecciones de mayo/23, como primera estación. Dejarse la piel ¿para qué?. ¿Para seguir mintiendo como descosidos para quedar siempre por encima y negar lo evidente con tal de seguir en el poder? Eso es lo que parece.
Y dentro de ese circo que acaba de abrir sus puertas que las cerrará, si las cierra, ya digo en mayo/23, dentro de ese circo, existe un personaje que merece pararse un poco y seguirle, como se sigue a cualquier ticktoker, pongo por caso. Cumple las órdenes de su patrón con vocación tibetana y al hacer las cosas con tanta prisa, suele llegar un poco despeinado. Cuida tu aspecto cabelludo un poquito más, hombre, que no pasa nada. Mejorarás.
Como su propio patrón, puede decir una cosa hoy, la contraria mañana y continuar silbando como si no hubiera roto un plato. Y la gente, claro, le va conociendo, vulgo calando. Él negará todo lo que se le reproche porque hay que entender que él está siempre en posesión de la verdad. Ni pestañea cuando miente. Como su jefe.
Hace unos días, y actuando, cómo no, siendo espejo de su señorito, se le llenaba la boca diciendo que el PP llevaba años sin cumplir la Constitución española, vamos, que no la cumplía nunca. Eso era como un eco de lo que decía su jefe cuando estaba cabreado por el frenazo que dio Núñez Feijóo en el asunto del CGPJ.
Por supuesto, el Sr. Bolaños no quiere ni oír hablar de lo que dice la Constitución de la presencia de la bandera nacional en edificios oficiales españoles, incluidos los de Cataluña y el País Vasco donde la bandera nacional en ese tipo de edificios brilla por su ausencia. Y para qué contar lo que supone de obediencia a la Constitución, la obligación de poder estudiar el 25 por ciento de los temas en castellano en los colegios catalanes.
Es decir que la Constitución debe acatarse por unos, pero no por otros, faltaría más.
Este pequeño «Rasputín» desde su puesto de ministro de la Presidencia es como si fuera el portero de un bloque ciudadano. No solo conoce a todos los vecinos sino que también conoce y cuenta sus vidas cuando le conviene. Y siempre mintiendo. Sirve también de lanza-propuestas para que otros las continúen. No es bueno como negociador, emplea mucho sus mentiras, cuando no su fingida timidez como cuando visitó al Papa Francisco. Es decir, un prenda.
Pues este señor es que ayuda a su jefe a ir minando y poniendo palos en las ruedas a cualquier sugerencia que provenga del PP. Es una fijación feroz que ya está traspasando la paciencia del ciudadano.
Parece que todo el mundo acepta que la izquierda «maneja» mejor la calle que la derecha. Quizá sea cierto pero el momento de izquierda y derecha parece obsoleto cuando hablamos de un país como es el nuestro, España, con un futuro por delante muy atractivo y un pasado por detrás que vergüenza da no respetar. En este sentido nuestra juventud, seguro que de las mejor preparadas de Europa, no debe perder el tiempo aceptando cantos de sirena que nada tienen que ver con la realidad.
La pandemia, la guerra de Ucrania, la inflación, el IPC, la subida de la cesta de la compra, el precio de la luz, y tantas y tantas cosas que se nos han puesto difíciles de gestionar, no deben ser expuestas siempre como excusa para no poder hacer lo que debemos. Hay que tener fuerza para seguir en el buen camino y no hacer caso de «profetas» como ese «Rasputín» que lo quiere manejar todo.
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