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23 de abril de 2024

tribunafederico daniel jiménez de cisneros y baudín

Breve historia personal de la Religión

El adolescente que viene de una familia desestructurada, con padres separados o divorciados o con cambios frecuentes de pareja, suele sufrir esa inestabilidad que se refleja en el comportamiento, en la conducta y en los resultados académicos

Actualizada 09:29

La profesora Patricia Santos ha publicado un interesante texto en El Debate sobre la enseñanza de la Religión, y he recordado mi experiencia de profesor de Geografía e Historia en diversos institutos durante más de treinta años. Permítame el lector que cuente algo de lo que yo viví.
A mediados de los años ochenta la asignatura de «Religión y Moral Católicas» era una asignatura optativa a elegir con «Ética». La primera la impartían los profesores que nombraba la Delegación de Educación a propuesta del Obispado, siendo imprescindible que tuvieran el mismo nivel académico que los demás compañeros del centro educativo, a saber: título de Magisterio para dar clase en Colegios de Primaria o EGB, y título de Licenciado para dar clase en Secundaria, entonces llamados Institutos de Enseñanza Media, después Institutos de Bachillerato e Institutos de Formación Profesional. Como, además del título correspondiente de Maestro o Licenciado, el profesor de Religión tenía cursados otros estudios de Teología y Pedagogía Religiosa que se conocían como la DEI (Declaración Eclesiástica de Idoneidad), esta doble titulación hacía que aumentara el prestigio entre los compañeros del claustro de profesores.
Los alumnos elegían Ética o Religión, y este sistema funcionó bien durante muchos años. La asignatura de Religión era la asignatura optativa más solicitada. A nadie se le obligaba a estudiar Religión (ni Ética), incluso se permitía que el alumno cambiara de optativa al finalizar el curso.

El alumno que escoge libremente la asignatura de Religión

Las relaciones humanas entre los profesores de Religión y Ética eran cordiales, generalmente, y muchas veces se hacían actividades conjuntas. Como era frecuente que los alumnos de Religión hicieran actividades extraescolares y salidas fuera del recinto escolar, a veces se organizaban algunas actividades conjuntas para que también pudiera participar los alumnos de Ética.
Y cuando comenzaba el curso, a los profesores jóvenes nos llamaba la atención que los profesores mayores, más veteranos, de casi todas las asignaturas, escogieran los grupos de alumnos con la optativa de Religión «porque tenían mejor comportamiento y daban menos problemas». Como profesor joven de Geografía e Historia, durante años completé el horario con algunos grupos de Ética (cuando no había profesores de Filosofía disponibles), y recuerdo que tuve algunos alumnos excelentes y también tuve alumnos claramente mejorables. Ante esta situación, con la intención de ayudar a los alumnos, conocí los problemas personales y familiares que explicaban su comportamiento y se reflejaban en los estudios, ya que el adolescente que viene de una familia desestructurada, con padres separados o divorciados o con cambios frecuentes de pareja, suele sufrir esa inestabilidad que se refleja en el comportamiento, en la conducta y en los resultados académicos. Estas situaciones de inestabilidad emocional y de familias desestructuradas han aumentado, desgraciadamente para todos, y especialmente para los hijos, principales víctimas de esta situación, y también para los compañeros de aula y los profesores, que han sufrido las consecuencias de estos problemas.
Con el paso de los años y las sucesivas reformas legislativas, curiosamente este sistema de alternativa a elegir entre «Ética» y «Religión y Moral católicas» ha ido degradándose hasta llegar a la situación actual. Aquí es preciso recordar que el alumno que escoge libremente la asignatura de Religión tiene todo el derecho a recibir los contenidos de la asignatura; igual que el profesor de Matemáticas ha de atenerse a las fórmulas científicas y sería inadmisible que negara que dos más dos son cuatro, el profesor de Religión debe explicar los contenidos de su asignatura, porque el alumno se matricula de la asignatura y no de las opiniones personales del profesor, sea de Matemáticas o de Religión.
Recuerdo que los contenidos de la asignatura de Ética de hace cuarenta años eran perfectamente compatibles con los de Religión, pues la Ética que se explicaba era ética natural, basada en la naturaleza, compatible con el conocimiento científico y con el moral y religioso. Pero la expansión del relativismo moral y, sobre todo, su imposición con leyes que, sorprendentemente en una sociedad presuntamente democrática, penalizan a las personas que piensan distinto a lo «políticamente correcto», ha llevado a la absurda situación actual, con la pérdida del respeto a los demás y de la convivencia.
Y, ante esto, presento una propuesta, basada en la experiencia de un sistema que dio mejores resultados que el actual. La propuesta es volver al sentido común, que durante muchos años existió, y se respete la decisión de los alumnos y de sus padres de escoger la asignatura de «Religión» como optativa, asignatura que proporciona la base para vivir con respeto; y, para evitar discriminación con los alumnos que no quieran esa asignatura, ofrecer la alternativa de «Ética», ofreciendo los valores que han construido nuestra civilización, y de esa manera puedan también los alumnos de Ética aprender respeto y convivencia. De esa forma podemos recuperar ese respeto y esa convivencia que tuvimos en los centros escolares a finales del siglo pasado.
  • Federico Daniel Jiménez de Cisneros y Baudín es Consejero Nacional de la ACdP
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