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25 de abril de 2024

'Cap' Miller

'Cap' MillerSt. Xavier's College, Matighar

Muere el padre 'Cap' Miller después de casi setenta años de amor a Cristo en el Himalaya

El padre 'Cap' fue «más allá de la frontera», simplemente para «permanecer cerca», allí donde Dios le llamaba, como signo de esperanza. Mirando siempre a Dios y entregándole toda su vida

Cuando un misionero pasa casi setenta años años de su vida en un país lejano, sucede a menudo que convierte en «patria de adopción» el lugar donde Dios lo ha puesto. El jesuita estadounidense padre Casper 'Cap' J. Miller, que vivió 65 años en Nepal hasta su muerte el pasado 15 de enero, es uno de ellos y es todo un ejemplo de esa «pasión por la evangelización» que el Papa Francisco ha puesto en el centro del nuevo ciclo de catequesis de los miércoles.
Casper J. Miller nació en Cleveland, Ohio (EE.UU.), en 1933 y, sin haber cumplido los 18 años, ingresó en la Compañía de Jesús en 1951. En 1958, 'Cap' se ofreció para ir de misión a Nepal, sin saber que ya no se movería de allí.

La ciudadanía de Nepal

Al llegar al Himalaya, se sumergió totalmente en la cultura local, aprendiendo pronto a hablar con fluidez el nepalí y llevó la palabra de Cristo a lugares zonas donde nunca había llegado el anuncio del Evangelio. Al mismo tiempo, prosiguió profundizando en la ancestral cultura del Himalaya, convirtiéndose de este modo en un especialista de las tradiciones nepalíes.
El misionero proclamó la fe cristiana a los miembros de la tribu tamang y educó a cientos de estudiantes, los mismos que ahora han acudido en masa a su funeral, celebrado el 16 de enero en la iglesia de la Asunción de Katmandú.
Director del Colegio san Javier de Jawakhel entre 1967 y 1969, y del también san Javier de Godavari hasta 1975, fue además uno de los primeros estudiosos en completar un doctorado en antropología en Nepal.
A los 85 años, el padre 'Cap' seguía siendo consejero y tutor de los alumnos del san José de Maitighar y disfrutó del afecto de tantos estudiantes, que lo recuerdan como una persona humilde, sencilla, de gran profundidad espiritual.
Los últimos años sirvió como bibliotecario y escritor para la comunidad jesuita de Nepal, país que terminó concediéndole la ciudadanía en 1971,
El Kathmandu Post se hace eco de su contribución al país llamándolo «hombre de luz y sabiduría».
Un hombre que a juicio de sus hermanos «vivió una vida plena y dio testimonio de su amor a la misión», además de ser «un hombre feliz; un hombre que, enraizado en Cristo, experimentó la fraternidad y la acogida evangélica con personas tan diferentes de él». Fue «más allá de la frontera», simplemente para «permanecer cerca», allí donde Dios le llamaba, como signo de esperanza. Mirando siempre a Dios y entregándole toda su vida.
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