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18 de abril de 2024

Las personas siguen anhelando estabilidad y fortaleza en las relaciones

Las personas siguen anhelando estabilidad y fortaleza en las relacionesPEXELS

¿Casarse muy joven hace más duradero el matrimonio?

El sociólogo W. Bradford Wilcox, y el demógrafo Lyman Stone, han investigado la efectividad del modelo tradicional de familia frente a las nuevas formas de relación afectiva

el sistema económico actual ha impuesto el pensamiento de que, para formar una familia, es necesario previamente tener la estabilidad de una carrera y un buen sueldo.
A pesar de todo, la unión afectiva entre hombre y mujer todavía se percibe como un estado deseable de permanencia en el mundo, que se atrasa cada vez más en el tiempo para buscar esa estabilidad económica.
Además, también se ha impuesto el pensamiento de que un compromiso de tal importancia debe ir precedido de la prueba de un período de convivencia para verificar si funciona la relación de cara al futuro.
Sin duda, es un enfoque que busca la seguridad, pero adolece de una mentalidad de consumo, como quien necesita probar antes un producto.
Así lo afirma la psicóloga Galena Rhoades en una investigación publicada por Aleteia.
«Generalmente pensamos que tener más experiencia es mejor –argumenta Rhoades–. Pero lo que encontramos para las relaciones es todo lo contrario. Tener más experiencia estaba relacionado con tener un matrimonio menos feliz más adelante».
La investigadora encuentra «que las personas que habían estado casadas antes, las personas que habían vivido con un novio o una novia antes y que habían tenido más parejas sexuales antes del matrimonio, estaban asociadas con tener una calidad marital más baja más adelante».

Las razones

Rhoades alude a dos razones, entre otras, como comparar constantemente con otras alternativas o haber tenido experiencia en rupturas en relaciones anteriores. Ambas debilitan el compromiso.

La efectividad del modelo

El profesor de sociología y director del National Marriage Project (Universidad de Virginia), W. Bradford Wilcox, y el demógrafo Lyman Stone, también han investigado la efectividad del llamado modelo tradicional.
En National Review Dan McLaughlin cita al sociólogo Wilcox:
«Muchos jóvenes creen que la cohabitación también es un pilar de los matrimonios exitosos, una de las razones por las que más del 70 % de los que se casan hoy viven juntos antes del matrimonio. Pero la sabiduría convencional aquí está equivocada: los estadounidenses que cohabitan antes del matrimonio tienen menos probabilidades de estar felizmente casados y más probabilidades de romper».

Dotar a esa relación de un significado religioso parece fortalecer la relación

Según la investigación, las parejas que cohabitaban tenían un 15 % más de probabilidades de divorciarse. Otro estudio de la Universidad de Stanford encontró que el vínculo entre la cohabitación y el divorcio era especialmente fuerte para las mujeres que cohabitaban con alguien además de su futuro esposo».
En este sentido, Wilcox afirma que, según han podido comprobar, «es más conveniente casarse alrededor de los 30 años si se quiere tener menos riesgo de divorcio. Sin embargo, este riesgo se reduce considerablemente cuando los cónyuges comparten creencias religiosas».
La investigación da cuenta de una versión diferente a la mentalidad común, al menos para las parejas religiosas. Reservar la cohabitación para el matrimonio y dotar a esa relación de un significado religioso parece fortalecer la relación.

La verdad del corazón

Es cierto que el matrimonio religioso también se puede vivir por conformidad con las normas sociales, sin conciencia de su valor, y que también ha sido una forma de opresión en el pasado, o una costumbre obligatoria, que corría el riesgo de ser reducida a una vivir una apariencia.
En cualquier caso, ya no existe la obligación de casarse o seguir convención social alguna. Pero las necesidades personales más auténticas siguen resurgiendo del corazón.
La fidelidad y la estabilidad son necesidades que descubrimos en nosotros, a pesar de la fragilidad. La exclusividad y el compromiso total en una relación es lo que más responde a nuestros deseos fundamentales de ser amados. Se trata de saber decidir qué desea el corazón realmente. Y ahí la experiencia de la Iglesia tiene mucho que ofrecer a quien quiere para sí una relación para toda la vida.
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