Pepe Domingo Castaño, en una de sus visitas a la redacción de El Debate
Los frailes dominicos despertaron la vocación radiofónica de Pepe Domingo Castaño
«Mi formación viene de ellos. Aprendí a ser persona, a respetar a los demás, a darle una oportunidad a la gente, a creer que lo más importante en la vida es la verdad, a respetar a mis padres, a repartir cariño», recordó este verano el querido periodista
Durante las pasadas vacaciones del mes de julio, los frailes dominicos tuvieron la oportunidad de entrevistar a Pepe Domingo Castaño, que se encontraba descansando tras la intensa temporada radiofónica.
En la entrevista, el recientemente fallecido Pepe Domingo Castaño recordó su niñez. Se remontó hasta los nueve años y a su ingreso en el convento dominico de Corias en Asturias: «En Padrón había un convento de dominicos y me hice muy amigo de los frailes. Era monaguillo y me llevaron a Corias, en Asturias. Allí estuve cinco años y luego mi curso inauguró el colegio de la Virgen del Camino. Estaba sin terminar todavía y recuerdo que nos fuimos de Corias, a casa, en vacaciones y volvimos ya a la Virgen del Camino. O sea, que en la Virgen del Camino estuve un año y cinco en Corias», contó el periodista.
Aprendí a ser persona, a respetar a los demás, a darle una oportunidad a la gentePepe Domingo Castaño
Dos sacerdotes «muy simpáticos», encendieron en él la pasión por la radio: el Padre Felipe Lanz y el Padre Iparraguirre.
«El Padre Iparraguirre era un cachondo de la vida, un tío que vivía muy feliz, que transmitía mucha felicidad, y un día se le ocurrió la idea de montar una emisora y pidió voluntarios. Yo, lógicamente, me presenté como locutor. Hicieron unas pruebas pequeñitas, me aceptaron y montamos una emisora que se llamaba Radio Cauriense, de Corias. Y ahí empezamos a hacer cositas, leíamos poemas, trozos de libros, hacíamos concursos, todo muy pequeñito, una niñería, pero bueno, tuvimos mucho éxito», recordó Pepe Domingo Castaño.
De su paso por el convento, solo tenía recuerdos felices: «Mi formación viene de ellos. Aprendí a ser persona, a respetar a los demás, a darle una oportunidad a la gente, a creer que lo más importante en la vida es la verdad, a respetar a mis padres, a repartir cariño, a tener un bagaje cultural brutal que no tenían otros chicos de mi edad, y prueba de ello es que todo eso me sirvió para ser lo que he intentado y he luchado por llegar a ser», señaló.
No iba para religioso
Del mismo modo, también descubrió su falta de vocación a la vida religiosa: en cuanto le pusieron el hábito por primera vez:
«Me miraba al espejo, me veía con aquel hábito y no me lo creía y me decía. ¿Qué pinto aquí si realmente yo he venido aquí a estudiar? Yo nunca pensé en ser fraile, por lo menos no tenía esa intención, pero claro, el contacto con ellos, luego ya el noviciado, estás allí todo el día rezando, haciendo cosas que tenían poca relación con el estudio. Y me di cuenta de que me costaba y se lo dije al padre maestro, que era el Padre Merino, que era un santo varón increíble y me dijo 'piénsatelo, piénsatelo. Me lo pensé, volví y le dije que me iba», relató Pepe Domingo Castaño en la entrevista a sus queridos dominicos.