Un obispo de Papúa Nueva Guinea espera que 300.000 personas acudan a la misa del Papa
Para recibir al Pontífice, miles de personas han viajado desde diversas diócesis del país y de Islas Salomón. Se espera que Francisco fortalezca la fe y dé un impulso a la evangelización allí
El Papa Francisco ha llegado este viernes 6 de septiembre a Papúa Nueva Guinea. Es el segundo país 100 % territorio de misión que visita, en el que es el viaje más largo de su pontificado. Para recibirle, miles de personas han viajado desde diversas diócesis del país y de Islas Salomón. Se espera que Francisco fortalezca la fe y dé un impulso a la evangelización allí, además de dar visibilidad a desafíos como el cambio climático.
«El número esperado de personas superará las 300.000», explica monseñor Paul Sundu, obispo de Kundinawa (Papúa Nueva Guinea). «Muchas caminaron dos o tres semanas antes de la visita papal», desde todas las diócesis de Papúa Nueva Guinea y también de Islas Salomón. «Es un momento para recibir la gracia de Dios y nos trasladamos a la ciudad capital como peregrinos», afirma este obispo. «Los próximos tres días serán una bendición que no se puede olvidar. La presencia del Papa definitivamente nos dará más alegría y coraje para continuar nuestra misión», continúa.
«Estamos casi en el fin del mundo, somos casi insignificantes», explica por su parte Víctor Rocha, director de Obras Misionales Pontificias de Papúa Nueva Guinea. «El Papa Francisco está haciendo especial hincapié en aquellos lugares que se encuentran en las periferias, diócesis y países que normalmente no son reconocidos ni recordados por su importancia».
¿Qué aportará la visita del Papa Francisco al país? «El impacto de esta visita se mostrará especialmente en la fe de la gente», afirma el padre Rocha. Los que son católicos –solo el 30 %-, son muy comprometidos. «Las Iglesias católicas en Papúa Nueva Guinea están llenas todos los domingos, cerca del 70-80 % de los bautizados acude a Misa». Él mismo asiste a 27 comunidades dispersas, lo que sería imposible sin la ayuda de los laicos. Por otro lado, «esta visita no sólo fortalecerá nuestra fe en Cristo sino que también dará visibilidad a algunos de nuestros desafíos terrenales». Entre ellos destaca el cambio climático, «algo que nos afecta mucho, porque a menos que algo cambie, varias de nuestras islas desaparecerán en los próximos 50 años».
«Sin el apoyo de Obras Misionales Pontificias (OMP) a nuestra misión sería imposible, por eso agradezco mucho a los donantes», explica el obispo de Kundinawa. Los primeros misioneros estables llegaron a Papúa Nueva Guinea hace menos de 150 años. Desde que se fundó la diócesis de Port Moresby en 1889 como vicariato apostólico de Nueva Guinea, OMP ha ido acompañando el crecimiento de la evangelización allí. De ella se fueron dividiendo posteriormente las otras 18 diócesis –la última, Kinbe, fue creada en 2003–.
Todas ellas forman parte de los 1.126 territorios de misión que tiene la Iglesia en el mundo, Iglesias jóvenes que no son autosuficientes ni a nivel económico ni a nivel humano. Y por eso el Papa les cuida cada año con especial solicitud a través de OMP, gracias a la generosidad de todos los católicos del mundo en jornadas tan conocidas como la del Domund.
En los últimos 5 años, Obras Misionales Pontificias ha apoyado a la Iglesia en Papúa Nueva Guinea con más de 7 millones de euros, la gran mayoría gracias al Domund. Con este dinero se ofrece una ayuda fija a cada una de las diócesis de Papúa Nueva Guinea para los gastos diarios, para que la Iglesia pueda permanecer abierta.
Además, se van poniendo los cimientos de la Iglesia con cosas tan básicas para la tarea de los misioneros como construcción de sus casas, apoyo en los largos viajes, energía y agua potable, creación de nuevas parroquias… Y se han equipado las radios diocesanas para anunciar el Evangelio a una población tan dispersa.