Fundado en 1910

24 de abril de 2024

Cementerio de Los Llanos en la isla de La Palma

Cementerio de Los Llanos, en la isla de La PalmaGTRES

Conmemoración de los Fieles Difuntos

¿Qué Santo celebramos el 2 de noviembre?

El Día de los Fieles Difuntos abarca todo el misterio de la existencia humana, desde sus orígenes hasta su fin sobre la tierra e incluso más allá de la vida temporal

Hoy celebramos el Día de los Fieles Difuntos y son multitudes las que acuden a los cementerios para visitar a sus seres queridos fallecidos y depositar flores en sus tumbas y nichos. La Iglesia premia determinadas actitudes de los fieles con indulgencias aplicables a los muertos.
Se lee en cada tumba RIP (DEP en español) bien como siglas que indican deseo vehemente, bien como afirmación. Al cristiano esas siglas (Requiescat In Pace en latín o Descanse En Paz en español) le evocan la oración con tintes de esperanza al recordar lo bueno realizado en vida por el muerto y teniendo muy presente lo mucho que abarca la misericordia de Dios. Desde la increencia solo suena a voz hueca expresiva de la quietud del muerto, del profundo silencio del cementerio considerado como su última morada. que juzga la separación pretérita como una «pérdida irreparable».
En un momento de la Historia se mezcló la mentalidad pagana. Corrupción, abandono y soledad. Vino el espíritu tenebroso del Renacimiento que resumía su pensamiento con calaveras, tibias cruzadas y columnas rotas como iconografía ridícula, válida para animales cuyo ser muere en su totalidad, y no para el cristiano, que vive esperando su resurrección y hace de su propia muerte el acto humano capital de entrega al Creador, sin dudosa improvisación, adiestrado por las continuas entregas diarias.

Memoria de los muertos

Contemplar el hecho de la muerte a lo pagano se hace irresistible para una sociedad hedonista que bien querría eliminar de raíz su recuerdo. Se contempla a diario que va en auge y tomando cuerpo el «piadoso» ocultamiento casi sistemático del cadáver, como si el muerto hubiera hecho algo muy malo o vergonzoso al morirse, o como si el muerto fuera algo que es preciso disimular en el tanatorio (sin mortaja a la vista) y con velatorio breve y de compromiso.
También se aprecia que la frecuente dificultad de pagar costos elevados por la muerte del familiar tiene gran parte de culpa de que se haya borrado tan pronto la memoria de muchos muertos, o se borrará en breve, y de que desparezcan también los posibles sufragios. El tarro de las cenizas que entregaron al poco de la incineración se conservó en el sitio de honor de la casa el tiempo que duraron las lágrimas, luego llegó a estorbar porque los vecinos decían que era algo macabro, fue pasando a lugares menos dignos hasta que las cenizas se espolvorearon en el campo con hipócrita manifestación romántica y sentimentaloide, o sencillamente acabaron en el contenedor de la basura una buena noche.
Una ineludible interrogación está en la cabeza de los que creemos y también ronda en el pensamiento de los que aún conservan un recuerdo, aunque sea débil y lejano, de la existencia del más allá. ¿Están ya en la Patria los muertos motivo del recuerdo o han de purificarse todavía?
La celebración de «los que nos han precedido con el signo de la fe» comenzó con San Odilón de Cluny y se extendió por toda la Iglesia. No deja lugar a duda: son los cristianos muertos los que motivan hoy nuestro rezo. Con los testimonios bíblicos veterotestamentarios, la fe y práctica de la Iglesia católica confiesa como verdad perteneciente a la fe la existencia del Purgatorio, ese misterioso ámbito, más allá de esta vida, donde se realiza la purificación previa a la gozosa y definitiva proyección hacia la beatitud.
La muerte, ¿esqueleto con guadaña? Los fieles difuntos no se evocan entre las brumas otoñales como un signo de muerte, sino de gozo por la segura, aunque retardada, conquista de la eternidad con Dios. La muerte no abre las puertas de la nada, sino de la plenitud de la vida, no hay otra visión posible desde la fe.

Plenitud de la vida

El Libro del Éxodo narra la salida del Pueblo de la esclavitud con el apoteósico paso del mar Rojo donde termina el enemigo; luego vinieron la Alianza, el maná y camino largo sembrado de dificultades por el inhóspito desierto donde se hace resplandecer el cariño de Dios, la esperanza de la tierra prometida y su posesión. Encierra con su tipología un formidable paso de lo transitorio a lo estable que podría servir para explicar lo que pasa el día en que se conmemora a los Fieles Difuntos e incluso para revitalizar el espíritu cristiano ante la muerte, porque así es el comienzo y fin de la vida del cristiano.
Muchas cosas convendría revisar porque no pocas veces viene precedida la muerte de la falsa y burguesa idea de no facilitar la presencia del sacerdote con pretextos erróneos de respeto a la intimidad del moribundo y de sus deudos. La debilidad de la fe y el falso sentimiento de piedad hacia el agonizante impiden, en casos cada vez más frecuentes, recibir el perdón de los pecados con el sacramento de la Confesión y las mejores disposiciones ante la ruptura próxima con el sagrado signo de la Unción.
El bautizado vibra con agrado y consuelo por la comunión del Cuerpo de Cristo tomada como Viático, porque sabe que recibe al Buen Pastor (frecuente motivo evangélico en las catacumbas, pensado por los primeros cristianos). Se siente amparado por los santos y sus méritos en su definitivo paso a la eternidad, apoyado por la Virgen María y rodeado de quienes, queriéndole, le despiden con los honores del que terminó su pelea. Sí, el Rosario y las Letanías son como las salvas de honor. ¡Cómo no besar la imagen del crucifijo redentor en la hora postrera, cuando se unen y compenetran la iglesia de la tierra, la del purgatorio y la del cielo!
Pedimos hoy que se abrevie la dolorosa impaciencia de poseer el Bien seguro y cierto, que la ansiada Luz ilumine ya sus tinieblas esperanzadas y que sean nuestros valedores cuando caminamos.
Comentarios
tracking