Don Maurizio, el cura con escolta en el supermercado de la droga más grande de Europa
Don Maurizio ejerce su apostolado en Caivano, una ciudad muy urbanizada al norte de Nápoles, en el barrio de Parco Verde, un «supermercado» de la droga blindado por clanes de mafiosos y una de las peores condiciones de degradación de Italia
Ser párroco en la mayor plaza del narcotráfico de Europa debe de ser un trabajo muy difícil. Don Maurizio Patriciello, el párroco anti-Camorra que estos días aparece en los medios de comunicación italianos quizá más que el Papa Francisco, lo sabe bien. Don Maurizio ejerce su apostolado en Caivano, una ciudad muy urbanizada al norte de Nápoles, en el barrio de Parco Verde, un «supermercado» de la droga blindado por clanes de mafiosos y una de las peores condiciones de degradación de Italia. En Caivano, el Estado se ha hecho oír recientemente con impresionantes operaciones antidroga, pero Don Maurizio lleva años luchando solo, o casi solo, en el infierno de Parco Verde.
Mafias y violencia
Hace unas semanas, una horrible historia de violación de menores puso la crítica situación de Caivano en el punto de mira de los medios de comunicación nacionales. Desde entonces, las amenazas y los tiroteos entre bandas de delincuentes han elevado a diario la tensión en el Parco Verde, culminando con dos redadas de 400 policías y carabinieri. Mientras tanto, todo el mundo, empezando por los telediarios y los periódicos, ha descubierto la lucha de Don Maurizio Patriciello y le ha preguntado cómo libra la Iglesia una batalla tan complicada en un bastión de la Camorra y la droga.
Si el Estado no hace sentir su mano con fuerza, se vuelve cada vez más problemáticoMaurizio Patriciello
«Sería un payaso si dijera que no tengo miedo, creo que el miedo es un buen compañero de viaje, me da la gracia de ser más prudente, luego será lo que Dios quiera, pero hay que ser prudentes», dice don Patriciello, cuya escolta que le había impuesto el Prefecto en la primavera de 2022, tras la explosión de una bomba frente a la iglesia del cura anticamorra, fue reforzada.
«Son barrios problemáticos -continúa Patriciello-, que yo siempre digo que nacieron con el 'pecado original'. Pusieron allí a todas estas familias pobres, muchas también honradas, que luego en los últimos años se fueron y dejaron sus casas a la camorra, que se apoderó de ellas. Y así, con el paso del tiempo, si el Estado no hace sentir su mano con fuerza, se vuelve cada vez más problemático».
Volver a la Iglesia
Don Maurizio, napolitano, 68 años, conoció a Dios en la edad adulta. Trabajó como paramédico hasta los 30 años. Entonces, un día, llevó en su coche a un sacerdote franciscano, de esos que, por obediencia a la pobreza, viajan descalzos. El fraile le intrigó y nació una amistad. Fue el franciscano quien le acercó a la Iglesia, de la que había estado alejado durante años. Don Maurizio se matriculó en Teología, asistió al seminario y se hizo sacerdote.
El obispo advirtió en él el perfil adecuado de un sacerdote capaz de evangelizar en el barrio Parco Verde de Caivano, entre camorristas y traficantes de droga. Don Maurizio es carismático, enérgico, creativo. Gusta a la gente y esto ya empieza a molestar a los camorristas. En 2012 inició su primera batalla contra la prevaricación, denunciando la llamada «Terra dei fuochi», una vasta zona industrializada entre Nápoles y la ciudad de Caserta en la que durante décadas se han quemado ilegalmente toneladas de residuos de todo tipo, contaminantes y radiactivos. Ve morir cada día a personas de todas las edades a causa de tumores provocados por el aire irrespirable de su tierra. Organiza actos, conferencias. Despierta el interés de las instituciones y los medios de comunicación nacionales. No teme polemizar incluso con los industriales si es necesario, muchos de los cuales siempre han sido conscientes de la «Terra dei Fuochi». El precio a pagar por Don Maurizio son las primeras amenazas, las primeras advertencias. Entonces denuncia los mercados de droga, la droga, los miles de personas que acuden a Caivano para abastecerse en el «supermercado» del Parco Verde. Las amenazas se intensifican y le ponen escolta. Pero el sacerdote no se detiene. Alza aún más la mira contra la Camorra. El Papa le telefonea y le expresa su solidaridad. Le pide que no se detenga y Don Maurizio sigue su consejo, permaneciendo en primera línea aun a costa de arriesgar su propia vida, como le ocurrió a otro sacerdote problemático, Don Giuseppe Diana, que pagó con su asesinato su compromiso contra los clanes mafiosos de Caserta.
Don Maurizio junto a Antonio Coluccia
Conversión de traficantes
La historia de Don Maurizio también se cruza estos días con la de otros dos sacerdotes que se han dedicado a luchar contra el crimen y ambos han pagado el precio, aunque de distinta manera. El primero es un párroco que recorre escoltado los barrios más infames de Roma, pidiendo la conversión de los narcotraficantes: es don Antonio Coluccia, que en días pasados sufrió el ataque de un hombre con antecedentes penales, que intentó atropellarlo, y se salvó por la providencial intervención del escolta, que evitó lo peor.
El otro sacerdote es Don Pino Puglisi: el 15 de septiembre se cumplieron 30 años del asesinato del beato párroco de Palermo, asesinado por la mafia en Sicilia en 1993. Don Pino había sufrido numerosas amenazas porque acogía a jóvenes de los suburbios de Palermo para darles un futuro diferente. Era un personaje incómodo para la mafia, que sin escrúpulos le hizo asesinar una noche cuando volvía de la parroquia. Ahora se teme por la vida de Don Maurizio Patriciello, otro hombre de Dios y de fe, que se arriesga a un severo castigo por su incómoda lucha. Pero la atención mediática ha producido, al menos por ahora, un punto a su favor: una atención sin precedentes al drama que vive «su» barrio, la mayor plaza del narcotráfico de Europa, que quiere renacer impulsado por su símbolo: el cura anti-Camorra