Francisco celebra su última misa multitudinaria de su viaje a Asia
El Pontífice ha presidido una celebración eucarística ante 50.000 fieles en el 'Sport Hub' de Singapur, donde la religión católica es la única que sigue creciendo en número de fieles
El Papa Francisco ha reflexionado sobre la riqueza arquitectónica de Singapur, un país conocido por su elevado nivel de renta per cápita. Durante su homilía en la misa celebrada en el Estadio Nacional de Singapur, el Pontífice destacó que las imponentes construcciones del país no se deben únicamente al dinero, la técnica o la ingeniería, sino fundamentalmente al «amor que construye».
A pesar de las avanzadas instalaciones, el calor era notable, pero no restó entusiasmo a los presentes. A su llegada, Francisco recorrió el estadio en un cochecito de golf, deteniéndose para saludar y bendecir a enfermos, ancianos y niños, a quienes ofreció rosarios, caramelos y palabras de consuelo. La misa, celebrada en inglés, comenzó a las cinco de la tarde con el himno del Ave María de Fátima, entonado por un potente coro que guió a la multitud en la plegaria.
El obispo de Roma insistió en que detrás de cada obra importante hay personas brillantes, fuertes y creativas, aunque también frágiles, que sin amor no tendrían el impulso ni la razón para actuar. Recordó que sin la prevalencia del amor sobre el odio y el egoísmo, no habría sido posible desarrollar una metrópolis tan grande. «Los arquitectos no habrían hecho proyectos, los obreros no habrían trabajado y nada se habría podido realizar», afirmó.
El Papa Francisco también hizo una referencia a san Francisco Javier, misionero que evangelizó la región en el siglo XVI, y recordó cómo el catolicismo sigue creciendo en Singapur. Finalizó su homilía con un elogio a la Virgen María, en la festividad del Dulce Nombre de María, que la Iglesia celebra el 12 de septiembre, destacando el consuelo y esperanza que su presencia brinda a las personas en momentos de alegría y dolor. En su homilía, el Papa expresó la importancia de recordar el amor y la caridad en todas nuestras acciones, resaltando que, al final, «sin amor no somos nada».