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Unas entusiastas monjas abordan a Francisco en la audiencia de esta mañana

Unas entusiastas monjas abordan a Francisco en la audiencia de esta mañanaEFE/ Mario Tomassetti/Dicasterio para la Comunicación de la Santa Sede

Francisco se cuida de un fuerte resfriado y no lee la catequesis en la audiencia

El Pontífice no ha dejado de recordar a «la martirizada Ucrania», así como a Israel, Jordania y tantos otros países en situación de conflicto

Nada más empezar la audiencia de este miércoles, 5 de febrero, el Papa ha pedido perdón a los fieles presentes en el Aula Pablo VI por no poder leer la catequesis que tenía preparada: «Quiero pedir disculpas porque con este fuerte resfriado es difícil para mi hablar y por este motivo he pedido a este hermano mío que lea la catequesis… lo hará mejor que yo», ha asegurado.

Después del discurso del Papa pronunciado por el padre Pierlugi Giroli, oficial de la secretaría del Estado del Vaticano, el Santo Padre ha leído el resumen de la catequesis en su lengua materna. A su vez, en el saludo a los peregrinos italianos, el Pontífice no ha dejado de recordar a «la martirizada Ucrania», así como a Israel, Jordania y tantos otros países: «Recordemos a los desplazados de Palestina y recemos por ellos», pidió Francisco a los presentes.

Su pensamiento también se ha dirigido «a los jóvenes, a los enfermos, a los ancianos y a los recién casados». Siguiendo el ejemplo de san Pablo, les animó a ser alegres en la esperanza, fuertes en la tribulación, perseverantes en la oración y solícitos por las necesidades de los demás.

Aprender a esperar las promesas de Dios

El Papa Francisco invitó en la catequesis de hoy a contemplar la belleza de Jesús en el misterio de la Visitación, cuando María fue a visitar a su prima Isabel. Pero en realidad, explicó el Papa, es Jesús mismo, aún en el vientre de su madre, quien visita a su pueblo. María, después de escuchar al ángel, no se quedó quieta, sino que se puso en camino. «No elige protegerse del mundo, no teme los peligros y los juicios de los demás, sino que sale al encuentro con los demás», aseveró el Santo Padre.

Su amor la impulsa a ayudar a Isabel, una mujer mayor que está viviendo un embarazo inesperado. Pero también va para compartir su fe en Dios y la esperanza en sus promesas. Francisco propuso a ver este encuentro entre las dos mujeres como un momento de bendición y alegría, donde María no se pone en el centro, sino que alaba a Dios con su canto, el Magnificat.

El Papa destacó que este cántico de María es «un solemne memorial que sintetiza y cumple la oración de Israel». No es solo un canto de alabanza, sino de liberación, de confianza en Dios, que ha hecho grandes cosas en la historia y sigue actuando hoy. Es por ello que el Papa animó a los fieles tener fe en el plan de Dios: «Pidamos hoy al Señor la gracia de saber esperar el cumplimiento de todas sus promesas; y que nos ayude a acoger en nuestras vidas la presencia de María». Alentó a seguir el ejemplo de la Madre de Dios, porque «toda alma que cree y espera concibe y engendra al Verbo de Dios».

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