Vacuna de la malaria

La polémica vacuna de la malariaGTRES

Polémica por la vacuna contra la malaria

El periodista Javier-Julio García Miravete afirma que Patarroyo fue apartado del panorama científico internacional

Durante 1994, el científico colombiano Manuel Elkin Patarroyo fue distinguido -entre otros galardones- con los Premios Príncipe de Asturias y Premio Robert Koch ,y la Medalla de Edimburgo. Desde 1988, tras anunciar resultados en humanos con la primera vacuna sintética de la historia, figuraba entre los primeros candidatos al Nobel.
En 1990, conoció en Mexico al médico español Pedro Alonso. Hacía una década que se había licenciado en Medicina. Desde ese momento se volvieron inseparables, siendo contratado -a instancia suya- por el Instituto de Parasitología López Neyra (Granada), e integrando la comitiva que en 1994 viajó a Oviedo para su premiación. Su amistad llegó tan lejos que Alonso bautizó a su hijo Mikel Elkin.
El científico colombiano Manuel Patarroyo en una imagen de 1993

El científico colombiano Manuel Patarroyo en una imagen de 1993©RADIALPRESS

España -y especialmente la Reina Sofía- se volcó con él comprometiendo 600 millones de las antiguas pesetas en tres años y la creación de un centro de salud en África. Careciendo de la nacionalidad Ana María Ruiz Tagle, Patarroyo y Alonso, firmaron que serían gestionados en el Clinic de Barcelona.
Pero en 1995, durante un Congreso en Senegal, el epidemiólogo se alió con los promotores de una vacuna rival. Ese año -amen de las cantidades AECID- comenzó a recibir también dinero de EE.UU., para boicotearle y apartarle del panorama científico internacional.

Ingresos para dos vacunas rivales

Durante cuatro años, mientras sus nuevos socios ganaban tiempo y planificaban una estrategia de experimentos deliberadamente fallidos en Gambia y Tailandia con USASpf66 (41 diferencias sobre la original) liderados por el Coronel Ripley Ballou, Pedro Alonso jugaba realizaba en Mozambique con Spf66 colombiana un ensayo en bebés de hasta siete meses (sin desarrollar sistema inmunitario; donde alteró el borrador enviado a Patarroyo mientras lo adelantaba a dos de sus aliados angloparlantes.
En su Tesis Doctoral de 1998, (nunca citó a Patarroyo) dirigida por Carlos Ascaso -con quien firmó siete papers en Manhiça- recomendó la Spf66 para ensayos en África. En 1999, logró que le siguieran fluyendo fondos de la AECID retirando cualquier alusión al colombiano.
El Dr. Pedro Alonso

El Dr. Pedro Alonso©GTRESONLINE

Al tiempo -según Memorias AECID 1995/1998- engordaba la entidad catalana con fondos norteamericanos, hasta constituir -en 1996- una Fundación Privada, a la que -además- reportó el dinero de la cooperación y el Centro de Salud de Manhiça creado «para ensayar la vacuna Spf66 y futuras generaciones».
En 1998, sin haber sido invitado, fue inaugurado por Patarroyo, quien viajó desde Tanzania a Mozambique con «la Señora» (como denomina a S.M.) alojándose en su mismo hotel, al negarse Alonso -quien gestionaba su dinero de la AECID-a pagarle alojamiento. El evento fue recogido por El Periódico de Cataluña (1 mayo 1998): «Patarroyo muestra a la reina su lucha contra la malaria en Mozambique».
La contabilidad 1995 del Clinic (año en que donó la Spf66 a la OMS) hasta 1999, revela las ayudas oficiales de una y otra índole, recibidas hasta que -estando Rafael Rodriguez Ponga como jefe de la cooperación- descubrió su -hasta entonces- secreto con Ana Ruiz Tagle y el investigador.
Aunque la comunidad científica internacional considera mejor la síntesis química, ante la negativa de Patarroyo a vender su vacuna, EE.UU. desembolsó cantidades ingentes para potenciar la RTS recombinante de Glaxo y silenciarle internacionalmente. Finalizaba junio de 2003, cuando un titular encabezaba una entrevista -en El País- con su Vicepresidente Peter Goodfellow: «hemos decidido centrarnos en la síntesis química para buscar fármacos», olvidando -quizá- su vacuna contra la malaria.
Los norteamericanos llevaban desde 1977, trabajando con una proteína descubierta en Oxford. Según relata Robert S. Desowit en The Malaria Capers (1991, formaba parte de un programa secreto del ejército, liderado por el Coronel Ripley Ballou, para inmunizar soldados en zonas tropicales. Otras dos candidatas habían sido desechadas por fraudes y malversaciones, siendo encarcelados algunos responsables. Contaban también con dos adyuvantes de Glaxo y un potenciador de Crucell.
Han pasado muchas cosas desde el 10 de marzo de 1988, cuando un desconocido equipo científico liderado por Manuel Elkin Patarroyo sorprendiera al mundo con la publicación en Nature de un ensayo en soldados con la primera vacuna sintética antipalúdica de la historia. EEUU había gastado 65 millones de dólares y realizado incontables ensayos para buscar una vacuna.
Es el preámbulo a una historia de descrédito muy bien planificada y alimentada por la «opinión pública» para condenar a Patarroyo al ostracismo, sentenciada por los efectos devastadores de un parásito desconocido por el colombiano: «el Plasmodium Clinic.»
El daño ocasionado es irreparable. Sólo el Premio Nobel podría devolver la palabra a una de las mentes más brillantes «del tercer mundo».
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