Aerosoles nasales

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COVID-19

Las vacunas nasales, un paso más para la vuelta a la normalidad tras la pandemia

Estas dosis son más eficaces y otorgan mayor inmunidad que las intramusculares

La lucha contra el coronavirus avanza inexorablemente y, aunque es difícil que erradiquemos esta enfermedad, sí es cierto que estamos muy cerca de volver a cierta normalización. De momento, los gobiernos de todo el mundo están aplicando una estrategia similar a la utilizada con la gripe, pero todavía queda pendiente el problema de la bajada de defensas de las vacunas. Sin embargo, esto podría resolverse más pronto que tarde.
Uno de los motivos por los que la inmunidad disminuye con el tiempo es la ubicación de los pinchazos, generalmente el brazo. Por eso, los científicos quieren administrar las dosis en el sitio donde virus hace contacto por primera vez: la nariz.
De momento, hay ocho vacunas nasales en desarrollo clínico y tres en ensayos clínicos de fase 3, pero los progresos son muy lentos debido a los desafíos de crear fórmulas adecuadas que sean seguras y efectivas a través de esta ruta.
Una investigación publicada en Scientific American está intentando «despertar» las defensas de las mucosas. Este sistema se basa en células especializadas y anticuerpos dentro del revestimiento de la mucosa de la nariz y otras partes del cuerpo, capaces de detener el virus del SARS-CoV-2 antes de que pueda crear una infección profunda.
«Estamos lidiando con una amenaza diferente a la que teníamos en 2020», explica Akiko Iwasaki, inmunóloga de la Universidad de Yale. «Si queremos contener la propagación del virus, la única forma de hacerlo es a través de la inmunidad de las mucosas».
Iwasaki está trabajando en varios grupos de desarrollo de vacunas nasales. Estos aerosoles encapsulan las proteínas de punta del coronavirus, la molécula que usa el virus para unirse a las células humanas.
Las inyecciones intramusculares crean un tipo de respuesta conocida como inmunidad sistémica, que produce los anticuerpos de inmunoglobulina G (IgG), que circulan por el torrente sanguíneo en busca del virus. En el caso de los aerosoles nasales, se trata de anticuerpos de inmunoglobulina A (IgA). Estos se establecen en los tejidos esponjosos de la nariz, boca y garanta, donde primero se asienta el coronavirus.
El desarrollo de estas vacunas nasales de momento es complicado por el desconocimiento del sistema inmunitario a través de las mucosas. «Si el sistema inmunitario humano es una caja negra, el de las mucosas es probablemente la más negra de las cajas negras», comenta el epidemiólogo Wayne Koff, fundador de Human Vaccines Project, una asociación destinada a acelerar el desarrollo de vacunas.
Y es que, aunque el aerosol parece el método de administración más sencillo, en la práctica no es así. Deben llegar a la cavidad nasal sin ser expulsados por estornudos, además de romper la espesa barrera de mucosa y activar las células inmunitarias encerradas en su interior, algo que no todas pueden hacer.
Otra opción, comprobada en el laboratorio por los investigadores de Yale, es la utilización del aerosol como refuerzo de la inyección intramuscular. Esta estrategia, llamada «prime and spike», comienza con una inyección de ARNm, que desencadena una respuesta inicial para luego rociar el aerosol directamente en la nariz, convirtiendo esa primera reacción en inmunidad de la mucosa. Según el estudio inicial, este sistema protegía a los ratones de covid grave al tiempo que reducía la cantidad de virus en nariz y pulmones.
Sin agujas ni jeringuillas, los aerosoles nasales podrían supondrían un gran avance al llegar a más gente con una producción más barata y, lo que es más importante, provocarían una respuesta inmunitaria mayor que con las vacunas intravenosas.
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