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19 de abril de 2024

Coronavirus

Imagen un microscopio en el que se visualiza el virus de la COVID-19

El líquido cefalorraquídeo ofrece pistas sobre la 'niebla cerebral' tras sufrir la COVID-19, según estudio

Descubrieron que 10 de los 13 participantes con síntomas cognitivos tenían anomalías 

Algunos pacientes que desarrollan nuevos síntomas cognitivos tras un episodio leve de la COVID-19 presentan anomalías en el líquido cefalorraquídeo similares a las encontradas en personas con otras enfermedades infecciosas. Así se desprende de un estudio con 32 adultos, 22 de ellos con síntomas cognitivos y 10 participantes de control sin ellos, realizado por investigadores de la Universidad de California en San Francisco y de Weill Cornell Medicine (Estados Unidos).
En su trabajo, publicado en la revista Annals of Clinical and Translational Neurology, analizaron el líquido cefalorraquídeo de personas que habían tenido la covid, pero no habían requerido hospitalización.
Descubrieron que 10 de los 13 participantes con síntomas cognitivos tenían anomalías en el líquido cefalorraquídeo. Pero las cuatro muestras de líquido de los participantes sin síntomas cognitivos tras la COVID-19 eran normales.
La 'niebla cerebral' es un efecto secundario común de la covid. «Se manifiesta como problemas para recordar acontecimientos recientes, recordar nombres o palabras, mantener la concentración y problemas para retener y manipular la información, así como una velocidad de procesamiento más lenta», explica Joanna Hellmuth, autora principal del estudio. 

Síntomas neurológicos inusuales

En esta nueva investigación, los exámenes del líquido cefalorraquídeo revelaron niveles elevados de proteínas, lo que sugiere inflamación, y la presencia de anticuerpos inesperados que se encuentran en un sistema inmunitario activado.
Algunos se encontraban en la sangre y en el líquido cefalorraquídeo, lo que implicaba una respuesta inflamatoria sistémica, o eran exclusivos del líquido cefalorraquídeo, lo que sugería una inflamación cerebral. Aunque se desconocen las dianas de estos anticuerpos, es posible que se trate de anticuerpos que atacan al propio organismo.
«Es posible que el sistema inmunitario, estimulado por el virus, funcione de forma patológica no intencionada. Este sería el caso aunque los individuos no tuvieran el virus en sus cuerpos», apunta Hellmuth.
Los investigadores también descubrieron que los participantes con síntomas cognitivos tenían una media de 2,5 factores de riesgo cognitivo, en comparación con una media de menos de un factor de riesgo para los participantes sin los síntomas.
Estos factores de riesgo incluían la diabetes y la hipertensión, que pueden aumentar el riesgo de ictus, deterioro cognitivo leve y demencia vascular; y los antecedentes de TDAH, que pueden hacer que el cerebro sea más vulnerable a los problemas de funcionamiento ejecutivo. Otros factores de riesgo eran la ansiedad, la depresión, los antecedentes de consumo excesivo de alcohol o de estimulantes y los problemas de aprendizaje.
Sorprendentemente, los investigadores descubrieron que 13 de los 22 participantes (el 59 %) con síntomas cognitivos cumplían los criterios de este trastorno, en comparación con siete de los 10 participantes de control (el 70 %).
«Comparar el rendimiento cognitivo con referencias normativas puede no identificar los verdaderos cambios, sobre todo en aquellos con una línea de base alta antes de la COVID-19, que pueden haber experimentado un descenso notable, pero que siguen estando dentro de los límites normales. Si las personas nos dicen que tienen nuevos problemas de pensamiento y memoria, creo que deberíamos creerles en lugar de exigirles que cumplan ciertos criterios de gravedad», remacha Hellmuth.
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