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18 de abril de 2024

Partidarios del activista antitrans Chris Elston se manifiestan contra los tratamientos de afirmación de género y las cirugías en menores, frente al Boston Children's Hospital en Boston, Massachusetts

Activistas se manifiestan contra los tratamientos de afirmación de género y las cirugías en menores, en BostonAFP

Estados Unidos

El arrepentimiento de una trabajadora de un centro 'trans': «Quería ayudar a los niños, pero es espantoso»

Jamie Reed trabajó en el Centro Transgénero de la Universidad de Washington y sabe de lo que habla: «Lo dejé porque no podía participar en lo que allí ocurría»

España sigue adelante con la polémica ley trans, toda vez que el Senado ha avalado la norma elaborada en el Ministerio de Igualdad, ignorando así casos cercanos como Suecia y Reino Unido.
Hasta la exvicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, ha sido multada por el PSOE por abstenerse en la votación y no apoyar el texto en la votación que hubo en el Congreso en diciembre de 2022.
Con ese contexto nacional, llega ahora el caso sucedido en Estados Unidos. Se trata de la confesión de una exempleada del Centro Transgénero de la Universidad de Washington en el Hospital St. Louis Children´s.
«Acepté el trabajo con la intención de salvar a los niños, ahora estoy dando la voz de alarma», ha denunciado tras su experiencia, ya que se encargó de la admisión de pacientes que supuestamente sufrían disforia de género.
En la misiva, que ha publicado The Free Press y reproducen varios medios norteamericanos, Jaime Reed dice que es «una mujer queer» que «políticamente estoy a la izquierda de Bernie Sanders».

Menores angustiados

«Durante la infancia y adolescencia, yo también cuestioné mucho mi género. Todo eso me llevó a un trabajo donde la hipótesis era que cuanto antes se tratara a los niños con disforia de género, más angustia se evitaría», dice.
«Durante los cuatro años que trabajé allí, pasaron por nuestras manos unos mil jóvenes angustiados. La mayoría de ellos recibió recetas de hormonas que tendrán consecuencias sobre su vida adulta», confiesa. «Lo dejé porque no podía participar en lo que allí ocurría».
Y añade: «Hoy alzo la voz. Lo hago a sabiendas lo polémicamente tóxica que es el debate público en torno a este tema. Lo que les ocurre a decenas de niños es más importante que mi comodidad. Y lo que les está ocurriendo es moral y médicamente espantoso».

Falta de protocolos

«Desde el inicio, me llamó la atención la falta de protocolos formales para el tratamiento. Éramos un equipo de ocho personas. Cualquiera que plantease dudas, corría el riesgo de ser llamado transfóbico».
«Los médicos han reconocido en privado falsos autodiagnósticos como una manifestación de contagio social».
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