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24 de abril de 2024

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Gustavo Maestre, víctima de una supuesta negligencia médica, antes y después de la operaciónEl Debate

La tragedia de Emma alumbra otros casos de peritonitis mal diagnosticadas por el «colapso» de la sanidad

El Debate habla con un hombre al que tampoco le fue detectada a tiempo y con el Defensor del Paciente para intentar explicar las causas

La madrugada del 14 al 15 de enero, David Cruz, un vecino de Tarrasa, llevó al hospital de la ciudad a su hija Norah, de 15 años, después de que despertara en mitad de la noche con un fuerte dolor acribillándole el abdomen. Tras una primera revisión, los doctores que le atendieron sospecharon que la menor podría estar ovulando, pero como no presentaba fiebre ni vómito, le mandaron de vuelta a casa tras recetarle calmantes.
Nada más salir por la puerta del centro, sin embargo, la joven devolvió, lo que llevó a los médicos a reformular su hipótesis inicial al presentir que podría tratarse de una apendicitis. No podían, no obstante, confirmarlo: para hacerlo se necesitaba a un ecógrafo, pero éstos no trabajaban en fin de semana, y al no tener una confirmación en firme «no podían molestar [a su vez] a un cirujano». Le dijeron que volviera el lunes, cuando ya fue demasiado tarde. Tras practicarle la correspondiente ecografía, Norah fue operada de urgencia de una apendicitis que se había agravado y derivado en peritonitis, según le dijeron los médicos a Cruz (en el informe final, sin embargo, la patología que figuraba era una «apendicitis aguda gangrenosa con exudación purulenta»).
La noticia la recoge El Periódico de Catalunya tras una carta enviada por el padre a raíz de la tragedia de Emma, la niña de Jericó (Castellón) acudió hasta en cuatro ocasiones a centros médicos sin que nadie le realizara las pertinentes pruebas que detectaran la peligrosa patología por la cual falleció el pasado 6 de febrero. Pero no es el único caso.
Una situación parecida le ocurrió a Gustavo Maestre, venezolano de 54 años residente desde hace tres en el municipio castellonense de La Llosa. En marzo de 2022, este peluquero de profesión acudió al centro de salud del pueblo a causa de una fuerte molestia similar a la de Norah por el que el médico le despachó recentándole paracetamol sin «palparme siquiera donde me dolía y de muy malas maneras», según relata a El Debate.
Dos días después, y con un dolor ya insoportable, Maestre fue trasladado al hospital de Sagunto, donde fue operado de urgencia e ingresado en UCI con un «1 % de posibilidades de sobrevivir». Aunque finalmente se obró el milagro, el paciente tuvo que aprender de nuevo a caminar tras pasar 62 días en coma y arrastra aún secuelas en el pie y la mano derecha de las que no se ha terminado de recuperar. Un mes después de concluir su reaprendizaje, volvió al centro de salud para interponer una queja contra el médico que le atendió de la que no ha vuelto a tener noticia.

«Desidia, agobio, abandono»

El Defensor del Paciente, una asociación que lleva desde 1997 prestando asistencia a de víctimas de negligencias sanitarias, no lleva una cuenta de todas las personas a las que ha atendido por peritonitis mal diagnosticadas en 24 años de servicio, pero su presidenta, Carmen Flores, reconoce que «son muchísimas». El infausto final de Emma fue un desenlace extremo, pero la representante explica que este tipo de casos «son mucho más comunes de lo que se puede ver». Y recuerda que «si no son atendidos a tiempo, el efecto es parecido al del cáncer o al ictus» y pueden llegar a costar la vida a quien las padece.
La apendicitis no es, sin embargo, una enfermedad muy difícil de determinar, o al menos de barruntarla –«basta con una palpación y, en caso de duda, una radiografía o una analítica. No es de las raras», dice Flores–. Entonces, ¿por qué ocurre con tanta frecuencia? «Tiene que ver con la situación de colapso que existe en la sanidad española, con unas urgencias desbordadas y una atención primaria que no está funcionando como debería porque no hay medios y recursos suficientes. Esto provoca un sentimiento de abandono, desidia y agobio en los médicos que les lleva a querer quitarse a los pacientes de encima. Y genera situaciones que a veces se pagan con la vida. Por eso hay que ponerle las pilas a la administración», recalca.

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