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19 de abril de 2024

Sala de quirófano.

Sala de quirófanoGTRES

Los obispos de EE.UU. piden a los hospitales católicos que no realicen cambios de sexo «a nadie»

Según el texto, un criterio indispensable para tomar tales decisiones «es el orden fundamental del mundo creado»

El Comité de Doctrina de los obispos de estadounidense ha denunciado la situación que está viviendo Estados Unidos en cuanto a la transición de género. «El cuerpo no es un objeto, una mera herramienta a disposición del alma, de la que cada persona puede disponer según su propia voluntad, sino que es una parte constitutiva del sujeto humano, un don que debe ser recibido, respetado y cuidado como algo intrínseco a la persona», aseguraron.
La ciencia ha avanzado a lo largo de los años, lo mismo ha pasado con la tecnología. Cada vez se amplía más el abanico de lo que podemos hacer, por ello, «debemos preguntarnos qué debemos o no debemos hacer». Según el texto, un criterio indispensable para tomar tales decisiones «es el orden fundamental del mundo creado», por lo que el uso de la tecnología «debe respetar ese orden».
Para ello, escriben los obispos, los servicios sanitarios católicos no deben realizar intervenciones «a nadie», ya sean quirúrgicas o químicas, que tengan por objeto transformar las características sexuales de un cuerpo humano en las del sexo opuesto, ni participar en el desarrollo de tales procedimientos.
La declaración del 20 de marzo, titulada Nota doctrinal sobre los límites morales de la manipulación tecnológica del cuerpo humano, pretende, según los obispos, otorgar criterios morales a las instituciones sanitarias católicas para distinguir qué intervenciones médicas promueven el bien de la persona humana y cuáles son perjudiciales.
En este sentido, los obispos señalan que hay dos situaciones en las que las «intervenciones tecnológicas» pueden estar moralmente justificadas. La primera se consiente cuando reparan un defecto del cuerpo o sacrifican una parte del cuerpo en beneficio del conjunto, como ocurre con la amputación. Este tipo de intervenciones «respetan el orden fundamental y la finalidad inherentes a la persona humana», aseguran.
Por otro lado, las cirugías de transición de género no son moralmente permisibles ni están justificadas, ya que «consideran este orden insatisfactorio de alguna manera y proponen un orden más deseable, un orden rediseñado».
Según los obispos, una de las razones de este cálculo moral es que los órganos de la persona «en transición», que se someten a mutilación y reconstrucción durante el proceso de transición de género, no están desordenados, sino que son sanos, según publica Infocatólica.
Además, «cuando una parte del cuerpo se sacrifica legítimamente por el bien de todo el cuerpo, ya sea mediante la extirpación total o la reconfiguración sustancial de un órgano corporal, la extirpación o reconfiguración del órgano corporal se tolera a regañadientes como única forma de hacer frente a una amenaza grave para el cuerpo. Aquí, por el contrario, la extirpación o reconfiguración es en sí misma el resultado deseado».
Al referirse a la las cirugías médicas de cambio de sexo, los obispos aclararon que las instituciones sanitarias católicas «no deben participar en estas intervenciones» porque no respetan el «orden fundamental del cuerpo humano» como ser «sexualmente diferenciado».
«Tales intervenciones, por lo tanto, no respetan el orden fundamental de la persona humana como unidad intrínseca de cuerpo y alma, con un cuerpo que es sexualmente diferenciado», continuaron.
«El alma no viene a la existencia por sí misma y de alguna manera pasa a estar en este cuerpo, como si pudiera estar igualmente en un cuerpo diferente. Un alma nunca puede estar en otro cuerpo, y mucho menos en el cuerpo equivocado», redactaron los obispos.
La declaración del 20 de marzo apunta que «debido a este orden y finalidad, ni los pacientes ni los médicos ni los investigadores ni ninguna otra persona tienen derechos ilimitados sobre el cuerpo; deben respetar el orden y la finalidad inscritos en la persona encarnada».
«La aceptación de nuestros cuerpos como don de Dios es vital para acoger y aceptar el mundo entero como un don del Padre y nuestra casa común». Por otro lado, aseguran que pensar que disfrutamos de un poder absoluto sobre nuestros propios cuerpos se convierte «en pensar que disfrutamos de un poder absoluto sobre la creación».
«Un enfoque que no respete el orden fundamental nunca resolverá verdaderamente el problema en cuestión; al final, sólo creará más problemas». La tradición hipocrática de la medicina exige a todos los profesionales sanitarios, ante todo, que «no hagan daño».
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