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Vincenzo Bassi

Draghi y la crisis demográfica

Priorizar la competitividad empresarial a costa de estas comunidades pone en peligro la Europa que imaginaron líderes como De Gasperi, Schuman y Adenauer, cuyo enfoque estaba en el bienestar familiar, la paz y la solidaridad entre las comunidades nacionales

Actualizada 04:30

Gracias al Draghi Report, Europa es ahora un tema central de debate. Al contribuir a esta discusión, es importante examinar el informe desde la perspectiva de las familias, que son el pilar fundamental de la futura sociedad europea.

El informe es exhaustivo, pero podría haber sido más impactante si hubiera enmarcado la competitividad empresarial dentro del contexto más amplio del desarrollo económico a largo plazo de Europa, especialmente desde la perspectiva de las generaciones más jóvenes. En un momento de declive demográfico, el informe pasa por alto la necesidad de invertir en demografía para asegurar un futuro intergeneracional equilibrado.

¿Por qué se omite la cuestión demográfica en el informe?

Algunos creen que el crecimiento de la población y las familias no son esenciales para el desarrollo económico. Argumentan que se puede lograr progreso económico abordando el «déficit demográfico» sin considerar a las familias más allá de su papel como consumidores. Sin embargo, esta visión es limitada y desconectada de la realidad. Sin familias y sin niños, no hay capital humano, y sin capital humano, el crecimiento económico es imposible. Los niños son el motor de la sociedad, y las familias garantizan su estabilidad.

Dado el bajo índice de natalidad en Europa (en 2022, el promedio fue de 1,46 nacimientos por mujer, mientras que se necesita un 2,1 para el reemplazo de la población), el informe podría haber sugerido soluciones a los retos demográficos. Esto habría animado a la Comisión Europea a tratar las políticas demográficas como inversiones en lugar de costes sociales, permitiendo a los países planificarlas a largo plazo.

En su lugar, el informe aborda la demografía únicamente en términos de productividad, señalando que la caída de las tasas de natalidad reduce la productividad y sugiriendo inversiones para contrarrestar esta tendencia, pero sin abordar la causa profunda de la crisis demográfica.

Es aquí donde debemos empezar. Con las tasas de natalidad actuales, incluso los esfuerzos para aumentar la productividad (como la digitalización y una mejor formación) pueden no ser suficientes. En ese escenario, la competitividad empresarial sólo podría mantenerse con bajos costes laborales, lo que, especialmente durante la inflación, es una solución insostenible para las empresas y perjudicial para los hogares y sus ahorros.

El informe menciona los ahorros familiares como un recurso potencial para aumentar la competitividad. Sin embargo, pedir a las familias—especialmente a las familias italianas, conocidas por sus hábitos de ahorro—que canalicen sus ahorros hacia fondos europeos gestionados centralmente podría drenar recursos de las zonas locales que los necesitan, en particular para prevenir la despoblación de las áreas rurales.

Es cierto que Europa necesita aumentar su influencia internacional, incluso a través de exportaciones más fuertes. Pero esto no puede hacerse a expensas de la demanda interna. Es crucial mantener un equilibrio. Centrar la atención únicamente en los mercados internacionales puede beneficiar a las grandes empresas, pero plantea riesgos para las familias, las pequeñas y medianas empresas, y las zonas rurales. Priorizar la competitividad empresarial a costa de estas comunidades pone en peligro la Europa que imaginaron líderes como De Gasperi, Schuman y Adenauer, cuyo enfoque estaba en el bienestar familiar, la paz y la solidaridad entre las comunidades nacionales—no solo en el liderazgo del mercado global.

Se espera ahora que la nueva Comisión Europea amplíe el informe para incluir la demografía como un factor clave en el desarrollo económico y la cohesión social. Al fin y al cabo, son las familias y las comunidades las que son tanto los beneficiarios como los verdaderos motores de las políticas europeas.

  • Vincenzo Bassi es presidente FAFCE (Federación Europea de Asociaciones de Familias Católicas)
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