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29 de marzo de 2024

Los trabajadores inspeccionan el Repositorio en Onkalo, una instalación subterránea de eliminación geológica profunda

Los trabajadores inspeccionan el Repositorio en Onkalo, una instalación subterránea de eliminación geológica profundaAFP

Finlandia, a punto de terminar las primeras catacumbas para residuos nucleares

A más de 400 metros de profundidad, el depósito de Onkalo esta diseñado para acoger un total de 6.500 toneladas de uranio

En las entrañas de la roca finlandesa, las máquinas pesadas de construcción circulan por los túneles profundos de lo que pronto se convertirá en un cementerio de alto riesgo. «Onkalo será la primera instalación de almacenamiento de combustible nuclear usado en el mundo», dice a la AFP la geóloga Johanna Hansen, coordinadora de investigación y desarrollo en Onkalo.
En la isla de Olkiluoto, en el golfo de Botnia, frente al litoral oeste de Finlandia –donde ya se encuentra el mayor reactor nuclear de Europa–, el proyecto que debe resolver el espinoso problema de los desechos nucleares está punto de concluir.
A más de 400 metros de profundidad, el depósito de Onkalo esta diseñado para acoger un total de 6.500 toneladas de uranio, o sea una capacidad para la totalidad del combustible usado por los cinco reactores nucleares finlandeses durante toda su duración.
La energía nuclear, que emite poco carbono, representa una fuente energética limpia, útil para contener el calentamiento climático. Hasta ahora se han extraído unas 400.000 toneladas de combustible usado de los reactores, según World Nuclear Association, la mayoría guardadas en depósitos temporales. El almacenamiento a largo plazo de estos residuos es un problema que frena los proyectos nucleares en el mundo.
Según la solución adoptada por Posiva, la compañía que gestiona Onkalo, junto con las autoridades suecas, el uranio usado será contenido en gruesas capsulas en cobre y enterrado en la roca, y luego el túnel será obturado con un inmenso tapón cuneiforme en acero reforzado. Las obras en Onkalo («hueco» en finlandés) empezaron en 2004 y las últimas pruebas se llevarán a cabo a principios de 2024. Cuando esté listo, se pasará a la fase operacional, a mediados de la década de 2020, precisa Hansen.

Radiaciones durables

Los plazos necesarios –de unos 250.000 años para los residuos más tóxicos– para que las radiaciones se reduzcan hasta niveles seguros son uno de los retos más importantes en este tipo de dispositivos. La fisonomía de la isla de Olkiluoto podría cambiar antes de que se consigan los niveles de radiación del uranio en estado natural.
En los próximos milenios, la isla podría pasar a formar parte del continente, o también quedarse sumergida debido al aumento del nivel del mar por el cambio climático, según Posiva. Pero la empresa insiste en que las cápsulas están pensadas para resistir a los cambios notorios. Algunos expertos, no obstante, no lo creen así.
Investigadores de la Escuela Politécnica (KTH) sueca ponen en duda la seguridad del dispositivo, alegando los riesgos de corrosión del cobre, que podrían conllevar escapes. «No es una solución, es una reducción de riesgos», dice a la AFP Jan Haverkamp, especialista del tema nuclear en la oenegé ecologista Greenpeace. En su opinión, Posiva no presta «verdadera atención» al tema de la oxidación del cobre.
Para la Autoridad de la Seguridad Nuclear finlandesa, Onkalo está conformé a las exigencias. Allison Macfarlane, profesora en la Universidad de Columbia Británica, en Canadá, considera que no hay ningún proyecto «seguro al 100 %» pero que Onkalo es «seguramente la solución que ha sido objeto de más investigación».
La alternativa, dice, sería «dejar de forma indefinida los desechos en la superficie», una hipótesis mucho más arriesgada. En los lugares estrictamente seleccionados, los residuos «se mantendrán seguros durante miles de años y decenas de miles de años», afirma. «No creo que tenga mucho sentido proyectarse más allá», añade.
Ya se han localizado otras posibles ubicaciones para sepultar los residuos, en Suecia, Francia y Suiza. En Canadá también hay otro caso. «Es la solución unánime en el mundo para el problema de los desechos nucleares», insiste Macfarlane.
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