firma invitadaEnrique Soria Mesa

No, Cervantes no nació en Córdoba

En la época no existía de forma tan definida el concepto de naturaleza por nacimiento como hoy, como tampoco había precisión alguna en las edades de las personas

Actualizada 19:18

En las últimas horas la prensa local y nacional ha recogido una noticia que advertía grandilocuentemente que Miguel de Cervantes habría nacido en Córdoba, según indicaba un documento de 1593 hallado en Sevilla, descubierto en 2016 pero que hasta la llegada del investigador José de Contreras y Saro no se habría tenido en cuenta. El impacto de tal afirmación ha sido de gran calado y se ha viralizado muy rápido, como cabía de esperar de algo semejante en tiempos de las redes sociales.
Lamentablemente para los que hayan creído esta «fake new» histórica, la realidad es muy distinta. La cuna de Miguel de Cervantes no es otra que la villa de Alcalá de Henares, como asume casi toda la historiografía científica dominante. La compuesta por especialistas, claro está, y no por aficionados. Si esto es así, ¿cómo es que el autor de Don Quijote afirma taxativamente haber nacido en la ciudad de la Mezquita en dicho documento hispalense?
La respuesta es bien sencilla: en la época no existía de forma tan definida el concepto de naturaleza por nacimiento como hoy, como tampoco había precisión alguna en las edades de las personas, y cuando alguien declaraba sus años lo hacía de manera muy aproximada. Es frecuente encontrar testificaciones que dicen de algún personaje, por traer un ejemplo, nacido en Granada, natural de Antequera, vecino de Córdoba y oriundo de las Montañas de Burgos. Es decir, que vio la luz en la primera ciudad, se lo llevaron sus padres de muy niño a la segunda, luego vivió muchos años en Córdoba, aunque el origen de su linaje fuese Cantabria.
Así, en su contexto histórico, lo que Cervantes quiso decir, seguramente, en la declaración testifical que se ha sacado a la palestra, es que se sentía cordobés, urbe de la que procedía su padre y donde vivieron sus abuelos paternos y demás ascendientes por esta línea. Y nada más. Porque para cambiar algo tan asentado académicamente, con tamaña aseveración como se ha leído, hay que aportar pruebas documentales sólidas, y no citar solo un documento muy conocido.
Digo bien, muy conocido. Porque lo más triste de esta historia es que se nos quiere vender que se ha realizado por un particular un descubrimiento excepcional, cuando hace más de cien años que se conoce este papel. Y ya entonces fue examinado, cotejado con otras fuentes y desmentido por especialistas, descartando así de plano el nacimiento cordobés de Cervantes. ¿Ignorancia o mala fe? Juzgue el lector.
Enrique Soria Mesa. Laboratorio de Estudios Judeoconversos. Universidad de Córdoba
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