A lo largo de 250.000 años, estos pueblos han sido habitados por diversas civilizaciones

A lo largo de 250.000 años, estos pueblos han sido habitados por diversas civilizacionesJunta de Andalucía

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¿Dónde se encuentran los pueblos blancos de Andalucía y por qué se llaman así?

Los pueblos revestidos por el color blanco son de obligada visita para todo aquel que quiera conocer la comunidad al completo

Cuando los visitantes piensan en Andalucía, sobre todo cuando en sus mentes se entrecruzan las palabras Cádiz y Málaga, la imagen que se les viene a la cabeza es la de playas idílicas. Sin embargo, existe una parte, no tan conocida de esta zona, que resultaría ser el paisaje protagonista de cualquiera de los sueños de estas personas.

El embrujo del que hablamos contiene cuatro palabras: pueblos blancos de Andalucía. Solo con pronunciar estos términos, los sentimientos de paz, aire puro, naturaleza y hospitalidad salen a relucir. Además de estas características, la buena gastronomía suele ser otro de los atractivos turísticos de estos pueblos con encanto.

Ahora bien, ¿dónde están estos pueblos blancos? Concretamente estos se encuentran repartidos entre Cádiz y Málaga. En la Sierra de Cádiz localizamos a Arcos de la Frontera, Medina-Sidonia, Vejer de la Frontera, Castellar de la Frontera, Jimena de la Frontera, Bornos, Espera, Villamartín, Algodonales, El Gastor, Olvera, Torre Alháquime, Setenil de las Bodegas, Alcalá del Valle, Prado del Rey, El Bosque, Ubrique, Benaocaz, Villaluenga del Rosario, Grazalema y Zahara de la Sierra.

Por la parte de Málaga encontraremos estos preciosos pueblos ataviados de blanco en Ronda, Benaoján, Benalauría, Montejaque, Mijas, Jimera de Líbar, Atajate, Benadalid, Gaucín, Casares, Frigiliana y en Algatocín.

Estos rincones, enmarcados entre montes y parajes naturales, tienen todos algo en común: el blanco que reviste las fachadas de sus casas. Se llaman pueblos blancos debido al color resplandeciente de la cal que recubre sus casas, creando un hermoso contraste con el paisaje natural que los rodea.

La persistente rivalidad entre moros y cristianos a lo largo de los siglos ha dejado una huella profunda en estos pueblos fronterizos, reflejada en la abundancia de castillos y la influencia musulmana en su arquitectura.

A lo largo de 250.000 años, estos pueblos han sido habitados por diversas civilizaciones, desde la prehistoria hasta la época actual. Los vestigios dejados por los íberos, romanos, visigodos y árabes son evidentes hoy en día, siendo esta última cultura la más influyente en la configuración actual de estas comarcas.

La topografía montañosa de estas localidades también ha dejado su marca distintiva, con calles estrechas y empinadas, pasajes que conducen a las viviendas y patios, así como arcos que refuerzan las fachadas de las casas. Además, predominan las cubiertas de teja, añadiendo otro elemento característico a su paisaje urbano digno de ser visitado.

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