La plaza de toros se adapta a la orografía de esta zona

La plaza de toros se adapta a la orografía de esta zonaCádiz Turismo

Cádiz

La plaza de toros más antigua de Cádiz tiene más de dos siglos y no es redonda

Se ubica en un pequeño pueblo de la sierra y hay constancia de que ya existía en el siglo XVIII

Los meses de primavera y verano concentran el grueso de la temporada taurina en España y, por supuesto, en Cádiz. En la provincia existen una treintena de plazas de toros con mayor o menor actividad. Algunas de ellas destacan por su belleza, otras por su antigüedad y otras por su tradición. Entre ellas se encuentran las de Jerez de la Frontera o El Puerto de Santa María.

Además de plazas de tradición como la de Sanlúcar de Barrameda o Chiclana, la afición se extiende a los pueblos de la sierra. Allí destaca la de Ubrique, inaugurada en el año 2000, con 1.500 localidades, después de que el antiguo coso de 1909 quedara en desuso. No muy lejos de allí, en el pueblo más pequeño y más alto de la provincia de Cádiz, se encuentra la más peculiar de todas las plazas, por dos motivos: su enorme antigüedad y su curiosa planta.

Hablamos del coso de Villaluenga del Rosario, la localidad de apenas 460 habitantes a 867 metros del nivel del mar, ubicada en pleno Parque Natural de Grazalema. Se sabe con certeza que es la plaza de toros de construcción más arcaica, aunque no es posible determinar la fecha exacta. En 1936, durante la Guerra Civil, se quemaron numerosos archivos municipales. Sin embargo, se han conservado algunos documentos que prueban su existencia en 1792. Por tanto, este inmueble singular sería, como mínimo, de finales del siglo XVIII.

Planta octogonal

Su estructura y el tipo de construcción, además, delatan su gran antigüedad. Está levantada sobre roca en piedra seca, en un extremo de este pequeño pueblo rodeado de montes. La planta es octogonal, a diferencia de los clásicos ruedos circulares, adaptándose a la orografía. Cuenta con una superficie construida de 612 metros cuadrados. En 1965 se construyó el actual graderío. Otra de sus peculiaridades es que carece de callejón y los burladeros están incrustados en el muro. Su aforo es muy limitado, apenas un centenar de personas.

El coso de Villaluenga, que armoniza perfectamente con la belleza de este pueblo serrano, no acoge festejos con asiduidad. No obstante, por allí han pasado diestros tan conocidos en tiempos pretéritos como El Niño de la Palma o Limeño y figuras más recientes como Paco Ojeda, Fermín Bohórquez, Jesulín de Ubrique, Ortega Cano o Manuel Díaz El Cordobés.