Pista de hielo sintético de Xtraice
Sevilla
Una empresa de un pueblo de Sevilla hace patinar al mundo con sus asombrosas pistas de hielo
Su gerente cree que «no es una exageración» decir que Xtraice «ha hecho patinar a gente de todo el mundo»
Disneyland París, el Circo del Sol, los cruceros TUI o los hoteles Hilton tienen algo en común: cuentan con pistas de hielo sintético fabricadas en Salteras (Sevilla), donde tiene su sede Xtraice, una empresa que ya ha llevado sus pistas a más de cien países.
Su gerente, Adrián Ortiz, cree que «no es una exageración» decir que su empresa «ha hecho patinar a gente de todo el mundo» desde que en 2003 tuvo la idea de ponerla en marcha su padre, al que define como «un galáctico», que dejó la actividad en 2011, sentando las bases de una idea que parecía imposible: hacer pistas de hielo en un lugar que en verano roza los 50 grados.
Ortiz explica que Xtraice tiene varios hitos en su trayectoria, como haber realizado la pista del mítico John Hancock Center, en Chicago, la que está a más altura del mundo, a más de 300 metros, o la más grande del planeta, en Tokinosumika (Japón), con 1.858 metros cuadrados para patinar.
Su lista de éxitos la forman, entre otros, la patinadora artística más galardonada del mundo, la francesa Surya Bonaly, que tiene una de sus pistas en su propia casa, o clásicos del hockey como los Florida Panthers o los Detroit Red Wings, que también han probado estas creaciones bajo los patines de sus jugadores.
En España ha realizado proyectos como una pista semicubierta de 800 metros cuadrados y un tobogán de seis carriles en la Ciudad Navideña de Bilbao; en Irún, más de 1.000 metros de superficie patinable y tobogán de tres carriles, y proyectos de distintos tipos en Madrid, la plaza de San Antonio de Cádiz o en la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia.
Seis millones de facturación
Con una facturación en el ejercicio de 2024 de seis millones de euros, una plantilla de 50 personas fijas y un cuerpo de comerciales implantado en varios territorios, el director general de la empresa sostiene que «han montado pistas en más de cien países, con lo que casi en cualquier lugar que se imagine habrá o ha habido» una pista realizada por esta empresa.
Y todo, desde que el padre del actual gerente «vio unas pistas de hielo sintético en una feria en Orlando, en Estados Unidos, y pensó que donde podía venir muy bien era en su tierra», aunque el clima no ayudaba, pero tras algunas pruebas consiguió crear «una alternativa fabulosa» y logró la distribución desde la provincia sevillana.
Cuenta Adrián Ortiz que la primera propuesta que le hicieron a su padre fue la de desplazarse él a Estados Unidos para trabajar desde allí, pero «estaba empeñado» en conseguirlo desde su tierra, y lo logró.
Una red global
Ahora, puede citar que casi en cualquier lugar del mapa tiene algún cliente: «La gran mayoría, en Europa, son empresas relacionadas con el ocio familiar, que lo que quieren es diferenciarse de sus competidores», y se llega a ellas mediante publicidad en redes sociales, buscadores de internet o ferias especializadas, mientras que cuenta con «un equipo comercial nativo de un montón de países objetivo de negocio».
En realidad, el proceso es sencillo: «El cliente llama, le intentan solucionar todas sus dudas, y, a partir de ahí, cuando cierran el precio, se empieza con el proyecto», todo ello tras echar un vistazo a los almacenes «donde normalmente hay material más que de sobra para atender las necesidades de lo que piden».
Una vez que se ha terminado la pista, se envía «a cualquier lugar del mundo», aunque la pista no viaja sola, ya que vuela con un supervisor de montaje que se encarga de vigilar que todo el proceso se realiza conforme a cómo se ha acordado entre las partes.
Y todo ello se hace en todos sus trabajos, ya sea en Osuna, a 108 kilómetros de la fábrica, donde han instalado este año la pista que les ha hecho recorrer menos kilómetros, o en la costa oeste de Estados Unidos o el Sudeste asiático, donde están las más lejanas.
«Estamos entretenidos viajando, cogiendo aviones de un lado para otro», dice Adrián Ortiz antes de despedirse a las puertas de su empresa, donde la actividad es frenética para que a nadie le falte la pista de patinaje que, sobre todo en Navidad, se ha convertido en una tradición en muchos puntos del globo.