Antonio Salvá en una foto de archivo

El padre del último guardia civil asesinado por ETA: «Si Sánchez se reunió con Otegi, huele que apesta»

Antonio Salvá asegura que hay una pista sobre el atentado de 2009 en Palmanova, pero no hay avances en la Audiencia Nacional: «Temo que prescriba»

«Para mí es fundamental que el monumento se erija justo donde explotó el coche bomba. La gente lo verá, lo recordará, y eso tiene un valor profundamente simbólico». Antonio Salvá pronuncia estas palabras con la voz cargada de memoria y gratitud. Es el padre del guardia civil Diego Salvá, asesinado junto a su compañero Carlos Sáenz de Tejada el 30 de julio de 2009 en Palmanova, un atentado que cerró el capítulo de la violencia de ETA en España.

El Ayuntamiento de Calvià ha decidido instalar un monumento en honor a ambos, y para Salvá la ubicación es más que un detalle; es la calle que lleva el nombre de su hijo y que fue testigo directo del último ataque de la banda terrorista en territorio español. «Que esté allí, en ese lugar exacto, convierte el recuerdo en un acto vivo», explica en conversación con El Debate.

«Queríamos un pequeño homenaje, y lo han hecho posible. Cada vez nos sentimos un poco mejor… aunque es terrible», reconoce el médico y exdiputado de Vox por Baleares, que reivindica este monumento como un gesto de honra no solo a Diego y Carlos, sino también a la Guardia Civil y «especialmente a los caídos por terrorismo».

Calle donde se produjo el atentado en Palmanova

«Nuestra pelea es que no se olvide»

Salvá valora además la unanimidad política del pleno del Ayuntamiento de Calvià, que aprobó este jueves por unanimidad —PP, Vox y PSIB-PSOE— la instalación del monumento. El alcalde, Juan Antonio Amengual (PP), defendió el gesto como «un testimonio de unidad política, madurez democrática y un profundo sentido de la dignidad».

Pero la gratitud de Salvá convive con la angustia que lo acompaña desde aquella tarde de julio: «Nuestra pelea sigue siendo que no se olvide… y que no prescriba».

Dieciséis años después, el atentado sigue sin resolverse. «No se sabe quiénes lo hicieron», a pesar de que existe una pista que podría reactivar la causa. «Una pista que podría acelerar el proceso», insiste, mientras lamenta la parálisis y la falta de avances en la Audiencia Nacional.

378 casos de ETA sin resolver

Su temor es el calendario: «Este año se cumplen 17 años y sólo quedarán tres años y medio para que prescriba… aunque no entiendo por qué tiene que prescribir», se pregunta con una mezcla de incredulidad y dolor que acompaña a quienes esperan justicia desde hace demasiado tiempo.

Salvá mantiene una acusación particular en la Audiencia Nacional, pero evita dar detalles por recomendación de su abogado. Lo que repite es la necesidad de llegar a los culpables para cerrar un ciclo y permitir que las familias descansen en paz. «Sería muy importante para el duelo», sostiene, señalando que todavía quedan «378 casos sin resolver» vinculados a ETA. «Encarcelados sólo quedan unos 50», apostilla con amargura.

Su confianza en que la investigación avance es mínima. No solo por la parálisis en la Audiencia Nacional, sino también por el contexto político actual. «Si es verdad que Sánchez se ha reunido con Otegi, esto huele que apesta», afirma, convencido de que ese acercamiento dificultaría aún más la resolución del caso. Antonio Salvá reconoce, eso sí, el esfuerzo de la Guardia Civil: «Lo han intentado con todas sus fuerzas».

Tricornio en honor a Diego Salvà y Carlos Sáenz

Un tricornio iluminado de verde

El 30 de julio de 2009, a punto de dar las dos de la tarde, Diego Salvá Lezaun, 27 años, alumno de la Guardia Civil, y Carlos Sáenz de Tejada García, 28, subieron al Nissan Patrol oficial. Segundos después, la bomba lapa colocada bajo el vehículo estalló frente al cuartel de Palmanova. Recién incorporados al servicio, murieron al instante. Fueron las últimas víctimas mortales de ETA en España.

Un día antes, la banda había hecho estallar una furgoneta frente a la casa cuartel de Burgos, dejando más de 60 heridos. España entera asistió conmocionada al funeral en la catedral de Palma, con los entonces Príncipes de Asturias presentes. El atentado cerró una etapa de 42 años de terrorismo: más de 850 muertos —210 guardias civiles—, 2.600 heridos, secuestros, extorsiones y miles de familias obligadas a abandonar el País Vasco.

Cada 30 de julio, Calvià recuerda a Diego y a Carlos junto a sus familias, amigos y autoridades. Ahora, ese espacio sumará un tricornio de hierro iluminado en verde como señal permanente de memoria. No hay fecha exacta para la instalación, pero sí el compromiso del alcalde de mantener el acto anual de homenaje «al menos hasta que los culpables sean llevados ante la Justicia».