Plaza de Atienza, GuadalajaraJUAN ENRIQUE DEL BARRIO

Guadalajara, la provincia que desafía a la España vacía

El Corredor del Henares impulsa un crecimiento del 2% y convierte a Guadalajara en una excepción demográfica en pleno interior peninsular

El último Censo Anual de Población del INE ha vuelto a mover las líneas del mapa español, y en medio de ese temblor estadístico hay una región que destaca con una fuerza inesperada. Castilla-La Mancha aparece partida en dos ritmos: el empuje de una Guadalajara que crece como ninguna otra provincia del interior y la pérdida silenciosa de habitantes en Talavera de la Reina, que se cuela entre las ciudades españolas con mayor retroceso demográfico del último año.

Es un contraste que no solo dibuja el presente de la región, sino que la coloca en el centro del debate nacional sobre cómo se mueve la población en España.

El corredor que dispara el crecimiento de Guadalajara

Mientras el país crece en más de 508.000 habitantes y alcanza un récord histórico de 49,1 millones, la foto más llamativa para Castilla-La Mancha se esconde en el norte. Guadalajara protagoniza el tercer mayor crecimiento demográfico de España, con un aumento del 2%, el mismo ritmo que las potentes provincias de Alicante y Castellón.

El dinamismo del Corredor del Henares, alimentado por su posición estratégica junto a Madrid, vuelve a demostrar que hay interiores que no se apagan, sino que laten con fuerza propia. El crecimiento guadalajareño no es un fenómeno aislado, sino el reflejo de una provincia que se ha convertido en destino para nuevos residentes nacionales y extranjeros.

Talavera, la ciudad que pierde habitantes mientras el país sube

Muy distinta es la historia que se escribe en Talavera de la Reina. En un país que gana población, la ciudad pierde un 0,9%, la misma caída que registran Cádiz y Fuengirola. Es un descenso que coloca a la Ciudad de la Cerámica entre los núcleos urbanos que más población han dejado atrás en 2024.

El fenómeno no es nuevo, pero sí revelador: mientras Guadalajara avanza, Talavera retrocede. Y en esa tensión se dibuja uno de los grandes retos del futuro regional.

Una España que crece gracias a los extranjeros pero se hace mayor

El informe del INE descubre otro movimiento profundo: la población española aumenta, pero lo hace sobre todo por la llegada de residentes extranjeros, que sumaron más de 409.000 personas nuevas en 2024. Los incrementos de colombianos, venezolanos y marroquíes sostienen buena parte del crecimiento nacional, y esa tendencia también se refleja en Castilla-La Mancha, donde el peso migratorio se nota especialmente en las zonas más dinámicas.

A este impulso se superpone un envejecimiento que se acelera. La edad media alcanza ya los 44,6 años, un salto enorme desde los 33 que marcaba 1975. Los mayores de 64 años representan el 20,7% de la población y elevan la tasa de dependencia a 0,32, un dato que anticipa desafíos laborales y sociales que ya están encima de la mesa.

Un país que vive lejos de donde nació

El retrato que hace el INE va más allá de los números. Casi la mitad de la población española no vive en su municipio de nacimiento, y un 19,3% procede del extranjero. Castilla-La Mancha es un espejo perfecto de ese movimiento: pueblos que resisten, ciudades que se vacían, provincias que se reinventan.

En total, más de la mitad de los municipios españoles vieron crecer o estabilizar su población en 2024, un dato que rompe el relato de la despoblación total y que explica por qué muchos pequeños núcleos de la región han comenzado a recuperar vecinos después de años de retrocesos.

El estado civil también refleja cambios sociales profundos. El país sigue dominado por los solteros en las edades jóvenes, por los casados a partir de los 35 y por la viudedad femenina en las últimas etapas de la vida, donde las mujeres representan el 83% del total. Es una línea más del dibujo demográfico que marca el ritmo de España… y de Castilla-La Mancha, que comparte estas tendencias casi al milímetro.

Castilla-La Mancha, en el centro del debate demográfico nacional

El nuevo censo deja una conclusión clara: la región vive entre dos fuerzas opuestas. Guadalajara se convierte en un polo de crecimiento que rivaliza con las provincias mediterráneas más pujantes, mientras Talavera se enfrenta a un retroceso que la aleja del ritmo nacional. Todo ello ocurre en un país que crece, envejece y se transforma a un ritmo acelerado.

Castilla-La Mancha, lejos de quedar en los márgenes, se ha convertido en un laboratorio demográfico donde se ensayan muchos de los movimientos que definirán la España de las próximas décadas.