Emiliano García-Page en BruselasJCCM

Page no deja títere con cabeza y pone a Pedro Sánchez en el centro de la diana

El verso suelto del PSOE irrumpe en pleno temporal político con una entrevista sin concesiones sobre corrupción, feminismo, vivienda y credibilidad

Desde Bruselas, con la agenda europea cargada y el tablero político español en plena sacudida, el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, ha dejado este martes una entrevista contundente, incómoda y sin concesiones en Al Rojo Vivo. Una conversación que ha atravesado de lleno los grandes temas que hoy erosionan al Gobierno y al PSOE: la corrupción, las denuncias por acoso sexual, la economía real de los ciudadanos, la crisis de la vivienda y la credibilidad política.

Page no ha esquivado ninguna pregunta -aunque sí ha titubeado-. Y en varias de sus respuestas ha dejado mensajes directos con nombre y apellido que resuenan con fuerza en plena tormenta política.

La economía va bien… pero la gente no lo nota

El presidente castellanomanchego comparte con Gabriel Rufián una preocupación central: que las cifras macroeconómicas no están llegando con la misma intensidad al bolsillo de los ciudadanos.

Page alerta de que la clásica clase media «se ha ido desmoronando» por el encarecimiento de lo más básico, especialmente la vivienda. Y lanza una reflexión clave: el éxito económico de un país no sirve si se queda concentrado en unos pocos sectores, empresas o territorios.

Defiende una idea que repite con claridad: «Quien más tiene, más tiene que pagar, pero también hay que democratizar los resultados».

Sobre la vivienda, ha apuntado apunta directamente a la raíz del problema: España vive una pelea por repartirse los pisos que ya existen, cuando —en su opinión— lo urgente es multiplicar la construcción: pasar de 100.000 a casi 400.000 viviendas al año durante una década, sin demonizar al sector inmobiliario, pero con prudencia para evitar burbujas.

El Supremo, el fiscal general y la «guerra de relatos»

Page ha evitado posicionarse en uno de los bandos del debate sobre la sentencia al fiscal general del Estado. Lo deja ha dejado claro: «Es un hecho sentenciado. La justicia no debe ser un problema de relatos».

Ha reconocido que puede tener su opinión personal, pero insiste en que el enfrentamiento permanente solo alimenta el frentismo político.

También ha subrayado una contradicción incómoda: el Consejo General del Poder Judicial y el Tribunal Constitucional son órganos pactados por PP y PSOE, por lo que —según Page— son precisamente ambos partidos los que menos deberían deslegitimar el sistema.

Salazar, denuncias de acoso y una sospecha que sobrevuela al partido

Uno de los momentos más delicados de la entrevista ha llegado al hablar del caso de Francisco Salazar y las denuncias por acoso sexual que han salido a la luz.

Page no ha acusado directamente, pero ha dejado preguntas que caen con peso: ¿De qué ha vivido Salazar todos estos meses?, ¿Quién ha respaldado su situación social y económica? ¿Ha tenido apoyo directo o indirecto del partido o de administraciones gobernadas por el PSOE?

Page ha lanzado una advertencia: «Si esta noticia no la saca un medio, probablemente no sabríamos nada».

El presidente de Castilla-La Mancha ha reconocido errores en la gestión inicial del caso y ha señalado que algunas responsables ya han pedido perdón. Pero ha subrayado que no puede quedar ninguna duda en el ambiente, porque la credibilidad en política es «la esencia».

No descarta que aparezcan más casos similares en el futuro y avisa de que el verdadero peligro es que la ciudadanía llegue a pensar que los problemas solo preocupan cuando se hacen públicos.

Para Page, la moralidad política no puede ser selectiva: no se puede ser exigente en feminismo y flexible en negocios o pactos de poder. «La coherencia es integral», ha sentenciado.

Page vuelve a aparecer como una voz incómoda dentro del socialismo, marcando una distancia política evidente con la dirección federal y, en particular, con Pedro Sánchez.

No rompe formalmente, pero deja al descubierto las grietas internas del partido, en un momento en el que la corrupción, las denuncias de acoso, el desgaste económico y la desafección ciudadana coinciden en el peor de los escenarios. Desde Bruselas, Page no solo ha hablado de España. Ha hablado del PSOE consigo mismo.