El árbol de Navidad de Cazalegas, tejido a crochetEFE

Ni Vigo ni Nueva York: el árbol de Navidad más alto del mundo está en un pueblo de Toledo… y es de ganchillo

Más de cien vecinas, de 9 a 85 años, han tejido puntada a puntada el árbol navideño que vuelve a batir récords en Cazalegas

En la entrada de Cazalegas, en Toledo, luce un gigante que no está hecho de luces ni metal, sino de paciencia, lana y manos ensartadas en aguja. Un centenar de mujeres del municipio —desde niñas de 9 años hasta vecinas que superan los 80— han dado forma al árbol de Navidad de crochet -que no es otra cosa que ganchillo- más alto del mundo, una obra colosal que vuelve a colocar a este pequeño pueblo en los mapas globales.

Desde la autovía A-5, a la altura del kilómetro 101, los conductores ya distinguen una silueta verdosa que se eleva sobre los tejados. Y no es para menos: la estructura, certificada el año pasado por un notario, alcanzó los 26,40 metros de altura, una marca que convirtió a Cazalegas en referencia mundial del arte textil.

Una hazaña que se teje puntada a puntada

El árbol no solo conserva este año su monumental tamaño para mantener el récord Guinness, sino que vuelve renovado. Durante meses, el grupo de artesanas ha trabajado sin descanso para reparar pequeñas grietas provocadas por la intemperie y para añadir nuevos motivos decorativos. El alcalde, Fran Blanco, resume el proceso con la misma naturalidad con la que el pueblo lo ha vivido: «Se han arreglado los desperfectos del año pasado y se han sumado más adornos hechos a crochet: estrellas de nieve y algunos detalles que ahora enmarcan la base».

Este proyecto, sin embargo, es solo la punta del iceberg de su creatividad. Las mismas manos que han levantado el árbol han dedicado buena parte del año a confeccionar las mandalas que dan sombra al pueblo en verano y los banderines de las jornadas medievales, convertidos ya en una seña de identidad local. En Cazalegas, el ganchillo no es un pasatiempo: es un modo de estar juntos.

La gran inauguración será este viernes, cuando el árbol se ilumine por primera vez esta Navidad. Ese encendido, que empezó siendo un gesto íntimo entre vecinos, se ha convertido en una cita obligada para curiosos, visitantes y medios que llegan para presenciar cómo se enciende la mayor obra de crochet navideña del mundo.

La expectación es lógica: no existe otro lugar donde un trabajo artesanal, tejido hilo a hilo por vecinas de todas las edades, alcance los 26 metros de altura y pueda verse a kilómetros de distancia.

Cazalegas vuelve así a encender no solo un árbol, sino un símbolo. Un recordatorio de que, a veces, la mayor grandeza surge de la colaboración y de aquello que se construye lentamente, con la misma paciencia que exige cada puntada.